jueves, 16 de julio de 2015

Facundo Cabral y Maria en el trigal





FACUNDO CABRAL REVIVE EN SU OBRA MUSICAL PROGRESISTA Y REVOLUCIONARIA
 

Cuando amanece el día uno debe responder ante las hojas. Ante el sol que abre las nubes y la luz. Ante la gente. Uno debe responder ante la vida, por la vida que uno tiene y reaparece.
No se trata simplemente, ahora, de evocar al cantor muerto. Se trata de entender el significado que nos deja esa muerte horrible. Facundo Cabral al que llevábamos en los labios, algunos sin saber que él mismo era.
Facundo, aquel que gustaba de andar en bicicleta y ver a “María en el trigal” en versos inolvidables que han recorrido el mundo; Facundo Cabral el poeta irreverente, el amante de los caminos y las rosas, de las muchachas pletóricas de vida; Facundo Cabral el de la guitarra ardiente no dejará de cantar ya nunca.
Su muerte lo ha catapultado al lugar donde deben estar los irremplazables. Los que no mueren con morir. Facundo, igual que otros como Mercedes Sosa y Víctor Jara, cantaron en su momento y siguieron cantando según la oportunidad que los pueblos les dieron para ello.
Facundo Cabral estuvo y está en los pueblos, entre los jóvenes progresistas de la clase media, entre los trabajadores, campesinos, entre la juventud, la mujer trabajadora, los maestros y maestras; esa oleada de canciones rubicundas contra las dictaduras militares en Argentina y Bolivia, o exaltando las propuestas de cambio que se hicieron en Chile, aún a pesar de que aquella cúspide de la canción chilena se vio impedida de aflorar en toda la dimensión del sueño realista del socialismo debido al subjetivismo reformista, pero sobre todo debido a la feroz represión del fascismo pinochetista que echó al traste con aquel subyugante movimiento musical popular. Facundo Cabral y toda esa generación de cantautores e intérpretes de la llamada “canción protesta”, representaron y representan todo un período progresista que ganó para sus sueños a las grandes mayorías y abre las arterías para la vorágine de la nueva canción que soliviante, aún más, a los trabajadores, a los pueblos, a la juventud alzada contra los opresores, contra el imperialismo y el capitalismo.
Facundo salía de cantar ante una multitud de gentes que lo sentían y lo revivieron en Guatemala; Cabral cantó a la belleza de la vida, al anhelo de cambios. Le cantó a un mundo mejor. A un mundo distinto. No le cantó al opresor. Lo fustigó. No le cantó al que chupa la sangre en las canteras y en las minas: A éste le cortó su insensibilidad; sensibilizando con los hilos de su guitarra y la fuerza de su voz musicalizada a los pobres.
Hoy, a la muerte de este cantor cuyas canciones se convierten en patrimonio cultural de a quienes él les cantó, intenta ser manipulado por quienes han representado y representan a aquellos contra quien Facundo Cabral cantó; escuchar hablar a Santos de su simpatía por Facundo Cabral es olvidar los crímenes del fascismo en Colombia; escuchar a Correa referirse con demagogia a Facundo como un “hombre casi ciego” conduce a mirar al fondo de la obra imperecedera de “Cabral”; obliga a captar las resonancias musicales que provienen de un alma vigorosa, progresista y revolucionaria como la de Facundo Cabral para quien la vista de sus anhelos, corazón y sueños va más allá del simple “ojo humano común”.
Facundo Cabral cantó contra el capitalismo, contra el imperialismo, contra la dominación norteamericana y contra las serviles oligarquías y sus gobiernos.
Su muerte solo confirma que el sicariato, -otra mancha horrorosa del capitalismo creado por él mismo- no se equivoca; si los sicarios apuntaron a la cabeza de un empresario no es lo más importante; lo importante es que en el cruce de esos disparos fue golpeada en sus elementos más tiernos e irascibles la canción progresista irreverente y revolucionaria que desde los años 60s hasta ahora han recuperado siempre el amor por la vida; sobre todo por la vida del que se alza contra la opresión; medio siglo de canciones progresistas no han muerto. Reviven con fuerza en la primera y segunda década del siglo veintiuno y Facundo Cabral fue parte de esa tradición progresista inconmensurable que solo un ciego e insensible deja de ver.
Ha pasado a la memoria inmortal de los pueblos la voz, la guitarra y la música de Facundo Cabral quien le cantó a la alegría, al amor, a la belleza de la vida que se encuentra, a pesar de la opresión y desdichas que causa el capitalismo, combatiendo contra éste y por la libertad definitiva para la Patria y los oprimidos.
Seguramente por razón de su edad había perdido parte de su vista, lo más importante es que en su dimensión cultural y artística progresista, de izquierda y revolucionaria, había adquirido la inconmensurabilidad del vino añejo; la fortaleza y el vigor de lo que permanece y a la vez está en cambio; Facundo Cabral venía de un recital donde fue ovacionado, aclamado por más de cinco mil personas. ¿Qué ciego es aquel que no puede ver que lo más importante es una edad que reflejó la energía, la firmeza de lo que permanece y está en armonía con los cambios para los de abajo?
La fortaleza espiritual y física de Facundo Cabral no está en duda por más que haya perdido, un tanto, la vista.
Nosotros, quienes no estamos ciegos, vemos con brillo la grandeza y potencialidad de sus canciones que hoy fueron cortadas de raíz, de un tajo, pero cuya obra permanece en la retina, en el corazón, en los pulmones y en la mente de quienes nunca dejaremos de escuchar la belleza popular, progresista, de aquellas inolvidables creaciones.
Nuestra profunda solidaridad pertenece a aquellos, como Facundo Cabral, “que han muerto y siguen viviendo”, como dice el verso de “Los Noviembres”.

ODISEO RUNA

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