LA
CULTURA
La
visión de cultura atraviesa un largo periplo histórico de confrontaciones entre
una visión materialista y otra idealista, hasta ascender dialéctica,
históricamente, aprehendiendo el carácter de clases que las sociedades
adquieren luego del surgimiento y desarrollo de la propiedad privada tras el período
de la comunidad primitiva, a la concepción científica de cultura, resultado de
la conciencia que la sociedad humana adquiere en base de las transformaciones
de la cultura material realizadas por el hombre como ser social durante el
proceso de hacer producir a la naturaleza; proceso que, a la vez que provoca
cambios en la naturaleza, es recogido por los sentidos de los seres humanos y
procesado por sus cerebros, reflejando esas transformaciones de la naturaleza,
en beneficio de la especie humana, que conduce a la formación de las ideas.
Estas ideas se desarrollan y perfeccionan a través del proceso histórico de
desarrollo y transformaciones revolucionarias de la sociedad en el tiempo hasta
transformarse en un producto mental, espiritual, extraordinario: Los
descubrimientos de las leyes que mueven la naturaleza, el universo, las sociedades
humanas. Esta acumulación de ideas, inicialmente empíricas, que intentan explicar
el movimiento de la naturaleza, del universo, generan la idea de la existencia
de poderes sobrenaturales que gobiernan el mundo: Los dioses. A través del
desarrollo de las ideas científicas se encuentran las leyes generales y
particulares del movimiento de la materia que conducen a la conclusión de la
eternidad del movimiento del universo, de las diversas formas del movimiento de
la materia. El desarrollo del pensamiento es la cultura espiritual que brota
sobre la base de las transformaciones materiales de la naturaleza y la
sociedad, de la cultura material.
La
cultura espiritual y la material interactúan una sobre otra recíprocamente. El
estudio sistemático de este proceso ha sido denominado “Cultura del Pensamiento”
-según Jasimzhanov y Kelbuganov-, aportantes teóricos al estudio del desarrollo
del pensamiento.
LA
FORMACION DEL HOMBRE
La
cultura se inicia con la formación del hombre que deja atrás y supera al homínido*. El desarrollo del cerebro humano
produce ideas emanadas del trabajo humano, fruto del trabajo de sus manos como
herramientas, del lenguaje articulado que en ese curso se forja, durante el
cual el hombre, socialmente organizado, transforma la naturaleza, para que ésta
le proporcione alimentos, vestido, vivienda, etcétera, para la preservación de
su especie, dominándola progresivamente, inicialmente haciendo uso de ella en
función de proteger a la más alta especie animal brotada de la naturaleza: El
hombre. Durante el desarrollo de las sociedades clasistas y particularmente
durante el capitalismo y el imperialismo, el afán de acumulación de riquezas
provoca su contrario: La naturaleza es devastada, destruida, atentando contra
ella y contra la vida y supervivencia del ser humano que es la expresión más
desarrollada de la naturaleza.
<Con el hombre empieza la historia>,
destaca Engels: Esta historia durante los estadios inferior, medio y superior
de la barbarie, dejan atrás el salvajismo y se desarrollan al nivel del estadio de la civilización; dan un salto
en el desarrollo cultural: El dominio de la producción sobre la tierra, la
forja de avanzados instrumentos de producción y de comunicación, los inicios
del arte en el labrado de metales y en la arquitectura, así como en la
literatura al crear la mitología,
período durante el cual va surgiendo la sociedad esclavista como se refleja en
los cantos homéricos de “La Ilíada” y
“La Odisea”.
LA
SOCIEDAD ESCLAVISTA
Durante
el período esclavista, el desarrollo de la cultura material y espiritual da un
salto: Los instrumentos de producción creados, puestos en práctica en la
producción a través de los agricultores y artesanos, al incrementar la
producción, crean más riqueza material. Una minoría de seres humanos entre los
cuales destaca el mercader se va apropiando progresivamente de estos excedentes de
la riqueza producida socialmente por la mayoría trabajadora en la sociedad
humana. Para engrosar dichas riquezas, la nueva aristocracia de la riqueza se
lanza a la guerra para apropiarse de territorios y de seres humanos que
convierte en sus esclavos. El contingente de esclavos se engrosa a través de
nuevas guerras de apropiación de nuevos territorios. Los triunfadores de esas
guerras de expropiación de territorios y de seres humanos incrementan el número
de sus esclavos con los prisioneros de
guerra a través de cuyo trabajo acumulan más riquezas.
Para
legalizar este sistema de explotación y opresión, surge el Estado de clases,
con sus leyes, su educación, religiones y artes, que adquiere un carácter
clasista y es sostenido por el ejército imperial; esta es la sociedad opresora esclavista.
Sus clases fundamentales son los amos y los esclavos.
La
clase de los esclavos, acumulando energías culturales, desarrollando, en forma espontánea y consciente su
cultura como pueblo oprimido, se alza, como ocurre en Roma durante “la tercera guerra de los esclavos, conducida
por Espartaco, 80 años antes de nuestra era”*, quienes casi llegan a
destruir el imperio esclavista romano; la cultura de los esclavos, alzándose
una y otra vez, provoca la destrucción de la sociedad esclavista.
LA
SOCIEDAD FEUDAL
Surge
la sociedad feudal que es una sociedad distinta de la anterior pero signada
igualmente por la explotación y opresión sobre la nueva clase surgida de la
sociedad feudal: los siervos, quienes ahora pasan a ser explotados y oprimidos
por los “señores feudales”, dueños de
la tierra: Los monarcas latifundistas de “cabezas coronadas” quienes dicen ser “representantes de dios” y cuentan con
una institución que bendice “a nombre de
los cielos” la explotación y
opresión sobre los siervos: La Iglesia Católica.
Durante
la Edad Media, los siglos XV, XVI y XVII particularmente, ya echado abajo el
régimen esclavista; durante la consolidación y decadencia del período feudal de
dominio de las monarquías latifundistas y de la Iglesia Católica, se produce un
batintín durante el auge de los descubrimientos científicos que se expresa en
el desarrollo de las ciencias y de las artes. Una expresión de este período,
destacado por Engels, se produce en Florencia: El “Renacimiento”.
DESCUBRIMIENTO Y DESARROLLO DE LAS CIENCIAS Y DE LAS ARTES
Este
es el batintín de una revolución que se cuece en los pies, en la base de la
sociedad feudal con el desarrollo de la manufactura y especialmente de la
industria, que, recogiendo los aportes de los griegos en filosofía y de los
árabes en las ciencias, desarrolla las artes y la investigación de la
naturaleza*. Se produce un salto en la creatividad artística como reflejo de
esa circunstancia que conducirá a la revolución burguesa: la arquitectura, la pintura,
la escultura, la literatura, el gravado, la poética, la danza, irán de la mano
del desarrollo de la ciencia militar y de los descubrimientos en la física, la
mecánica, las matemáticas, la astronomía, la biología, etcétera: Los hombres
que se colocan al frente de esta revolución en las ciencias y las artes vivían
“En una época -escribe Engels- “Que requería titanes y forjó titanes”:
Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Durero, Maquiavelo, Lutero, “eran todo, menos gente burguesamente
limitada”. Esta corriente revolucionaria en las artes y las ciencias enfrenta
la represión y crímenes que a nombre de la “fe”, de las creencias idealistas,
místicas, creadas para defender el decadente sistema feudal, llevan a cabo a
través de la Inquisición, la Iglesia Católica y también la Iglesia Protestante.
LA
REVOLUCION BURGUESA
La
burguesía, apoyándose en las masas campesinas, de artesanos y trabajadores
urbanos, utilizando sus energías, los elementos culturales del rechazo y odio
de los siervos de la gleba a la dominación feudal, el repudio al boato y la
opresión de la monarquía; su cultura espontánea como pueblos oprimidos, apoya
la visión y la praxis avanzada de la nueva clase, la burguesía, representada
por una nueva teoría: La de la “Ilustración” burguesa difundida por los
enciclopedistas inmersos en el auge de los descubrimientos científicos, del
desarrollo de las artes, de la pedagogía burguesa, de la estética materialista,
quienes, impulsando la filosofía materialista mecanicista, apoyándose en las
masas populares, echan abajo el sistema feudal monárquico e instauran el sistema
capitalista dando un salto en el desarrollo de las culturas material y
espiritual: El ejemplo clásico de la Revolución burguesa se produce en Francia
en 1789.
CONTRADICCIÓN ENTRE LA REVOLUCION EN LAS
CIENCIAS Y LA VISION DE LA INMUTABILIDAD DE
LA NATURALEZA
A
mediados y finales del siglo XVIII, siglo del materialismo mecanicista: A pesar de que los descubrimientos
científicos demostraban que la materia
está en permanente movimiento, sin embargo, destaca Engels, en el terreno
de la naturaleza y del universo, el pensamiento se encuentra estancado, cargado
de teología, pues, la visión que impera es la de la “inmutabilidad de la naturaleza”*, es decir, una visión filosófica
carente de movimiento, metafísica,
que, cuando brota la pregunta acerca del “origen”
(¡sic!) de la naturaleza y del universo, la respuesta inmediata es la de “la
creación”; Federico Engels destaca, que, quien rompe con esta visión
anticientífica de la inmutabilidad del movimiento del Universo es Kant *.
LA
FORJA DE LA FILOSOFIA MARXISTA
Durante
este período en que la burguesía realiza su revolución, y se producen los
cambios científicos que redundan en la cultura general de una sociedad y
robustecen el desarrollo de las artes y las literaturas, aquella concepción de
inmutabilidad del universo y la naturaleza,
en lo fundamental y pese a los sustanciales aportes de Kant, se mantuvo. Es
cuando se produce un fenómeno que rompe todos los esquemas hasta entonces
predominantes del pensamiento: Desde la misma Francia de la revolución burguesa
brota el pensamiento socialista utópico y en Inglaterra se desarrolla la
economía política.
Particularmente
en Alemania, dentro de la filosofía, se destapa un torbellino de ideas que
revolucionan el pensamiento filosófico e inciden en la concepción dominante de
la inmutabilidad del universo y de la naturaleza: Los jóvenes hegelianos de
izquierda, Marx y Engels, motivados por el descubrimiento de la dialéctica
hegeliana, a pesar de su corteza idealista; y luego, por la profunda visión
materialista de Feuerbach, aunque aún ésta con vestigios religiosos, idealistas;
profundizando en sus aspectos revolucionarios, estudiándola y desarrollándola,
dan un salto y descubren el materialismo dialéctico.
Esta
visión filosófica científica materialista deja atrás la concepción de la
inmutabilidad de la naturaleza y del universo y provoca un salto en la
transformación del pensamiento humano, de la cultura espiritual dentro de la
sociedad. Esta nueva concepción filosófico-científica: La dialéctica
materialista, concluye que el movimiento del universo es eterno; que la naturaleza se halla en un proceso de permanente
transformación y cambio.
Con
esta aprehensión filosófica, la cultura espiritual forjada durante miles de
años, durante los cuales se han desarrollado las culturas material y espiritual
de la sociedad humana, alcanza una visión científica de cultura:
Filosofía que, a diferencia de todo el acumulado filosófico construido desde la
antigüedad griega, cuya esencia es la pugna entre idealismo y materialismo, se
plantea no solo observar e interpretar el mundo, la naturaleza, la sociedad, sino
transformarlos.
EL
MANIFIESTO COMUNISTA
Sobre
la base de haber construido los pilares de la ciencia revolucionaria, con la
filosofía, esta concepción científica filosófica penetra en el examen del
desarrollo de las sociedades: Marx y Engels
construyen el pensamiento científico para el desarrollo de las
sociedades: El materialismo histórico. Y más aún, al investigar los fenómenos
de la economía capitalista, Marx, principalmente, y alternativamente Engels,
descubren las causas del desarrollo económico injusto, explotador, de la
sociedad capitalista que se incuba en la “plusvalía”.
Estas bases científicas de un pensamiento nuevo, revolucionario, cimentan
la construcción de una cultura nueva: La cultura científica del proletariado.
Los
comunistas con Marx y Engels a la cabeza, lanzan al mundo capitalista el
llamamiento al proletariado y a los pueblos de la tierra a echar abajo el
capitalismo por ser un sistema explotador y opresor de la clase obrera, sosteniendo
científicamente que esta clase social oprimida, junto al campesinado y los
pueblos, harán saltar en base de sus propias fuerzas y por medio de la fuerza,
de la violencia, de la revolución social, al sistema capitalista: ¡Proletarios
de todos los países, uníos! es el llamamiento que genera de parte de la
burguesía el odio y la persecución a la teoría científica marxista, a la
cultura del proletariado, y desde luego, a Marx y Engels, precisamente cuando
la teoría del marxismo se expande entre los trabajadores y pueblos del mundo,
dirigida por las primeras organizaciones comunistas que se agrupan y organizan
en torno de la teoría, de la ideología del proletariado, para empujar la
política revolucionaria constituyéndose en los representantes de la cultura
científica más avanzada de la humanidad, que funde teoría con praxis y muestra
a una intelectualidad, la proletaria, cohesionada, organizada, que convoca a
echar abajo el sistema capitalista a través del
“pueblo en armas”, como resume Marx.
LA
REVOLUCION PROLETARIA
Tras
la construcción del marxismo como ciencia, la burguesía echa a rodar el Fantasma del Comunismo, sin embargo en
Francia, en medio de una aguda crisis del capitalismo y aprovechándola, se
instaura La Comuna de Paris, “el Asalto
del Cielo”: La primera asonada práctica de la ideología y la política proletarias.
Temporalmente
derrotada por la burguesía, la Comuna de París, trinchera desde donde el
artista del proletariado y diputado a la Comuna, Eugenio Pottier, crea la
canción de la “Internacional Comunista”, deja lecciones imborrables.
A
inicios de la primera década del siglo XX, durante y a finales de la Primera
Guerra Mundial, sobre la base del enriquecimiento del marxismo, que lidera e impulsa
Lenin, se produce la Primera Revolución Proletaria victoriosa en el mundo: la
Revolución Socialista de Octubre, en la Rusia Zarista, bajo la dirección del
Partido Comunista (b) dirigido por Lenin y Stalin; la teoría del marxismo se
eleva a nivel del marxismo-leninismo; y la cultura proletaria, planteada como
una perspectiva, se hace realidad en la construcción del primer país socialista
del mundo a pesar de que se lleva a cabo, contra éste, una guerra imperialista
para echar abajo el nuevo sistema social; guerra imperialista en la que triunfa
el proletariado en el Poder, el Ejército Rojo y el batallar del proletariado y
los pueblos de la URSS dirigidos por su partido revolucionario, el partido
comunista.
LA
SOCIEDAD SOCIALISTA
La
cultura científica se hace realidad, ahora,
como cultura dominante en todos los terrenos: En la cultura material levantando
una agricultura basada en la cooperativización de la tierra, para los
campesinos que la trabajan, y en la estatización de la tierra, también para el
campesinado trabajador, producción agrícola y ganadera que nutre, que es
fundamental para el desarrollo de la industria estatal socialista liviana,
mediana y pesada.
Eliminada
la clase social parásita, antes propietaria de la tierra, las fábricas, el
comercio y los bancos, quienes se enriquecían a costa de extraerle plusvalía a
la clase obrera, al campesinado y a los pueblos; al crearse una base económica socialista,
se generan las condiciones para cambiar la sociedad, antes capitalista; se crea
la sociedad socialista en la que se asienta la nueva cultura espiritual socialista, colectiva y solidaria, opuesta a
la explotación capitalista y al individualismo, que, al desarrollarse se
convierte en poderosa fuerza material ejercida por el proletariado y los
pueblos; bases para el desarrollo de la cultura material y espiritual de la
patria socialista. Este último: El desarrollo de la cultura espiritual se
expresa en un inusitado avance de las ciencias, la técnica, la educación, los
deportes, la literatura socialista, las artes populares; en el desarrollo de la
cultura planificada socialista, confirmando que es ésta la expresión más
avanzada de la concepción científica de cultura, basada en la destrucción del
viejo mundo capitalista y su aparato estatal burgués, construido para explotar
y oprimir a los pueblos, y en la construcción del nuevo aparato estatal del
proletariado, en el ejercicio del Poder Popular, de la dictadura del
proletariado, sostenida por el ejército popular y el pueblo armado, para
preservar el desarrollo de la nueva cultura socialista, de la vida nueva.
Es
falso lo que pregona el postmodernismo, de que, al luchar por la liberación de
la opresión de clases, los comunistas dejan de lado las particularidades
étnicas, locales, regionales, de los pueblos, ni los aspectos culturales,
artísticos y literarios que emanan de las culturas de los pueblos. Durante el
socialismo, en ese auténtico escenario de libertad social, es posible impulsar una
auténtica interculturalidad y todas las expresiones populares provenientes de
los pueblos. Lo contrario ocurre con la propuesta demagógica del capitalismo,
que, al hablar de “interculturalidad” fomenta la única posible en su sistema: Someter
a los trabajadores y a los pueblos a la cultura dominante capitalista.
LA IDENTIDAD: FENOMENO ABORDADO POR
LA FILOSOFIA MARXISTA
Durante
la construcción del socialismo en la URSS, el partido comunista basándose en la
teoría científica del marxismo-leninismo impulsa entre la clase obrera y los
pueblos el estudio de las ciencias y de la tecnología para el desarrollo
multilateral del socialismo; durante este extraordinario período histórico se
determina que la identidad es una
categoría filosófica transitoria dentro de la lucha de contrarios; que, en
el interior de cada elemento material existe y caracteriza el movimiento de
todos los fenómenos, materiales y espirituales; de estos últimos como reflejo
del movimiento material y eterno del universo, de las transformaciones
inorgánicas y orgánicas de la materia y de la sociedad humana en sus diversos
estadios de desarrollo social y cultural.
La
identidad se encuentra en la materia inorgánica y orgánica, tal lo puntualizan,
M. Rosental y P. Yudin, en su conocido diccionario filosófico: <La identidad es la categoría que expresa la
igualdad, lo idéntico del objeto, del fenómeno a sí mismo. La lógica formal
entiende la identidad de una manera abstracta, según el “principio”: A=A. Pero
en la Naturaleza no existe tal identidad muerta e inmóvil. “El vegetal, el
animal, cada célula, en cada instante de su vida son idénticos así mismos y al
mismo tiempo difieren de sí mismos debido a la asimilación y desasimilación de
materias, debido a la respiración, formación y extinción de las células…. (Engels)
El materialismo dialéctico reconoce la
identidad concreta, es decir, una identidad del objeto consigo mismo que no
excluye los cambios del objeto, las contradicciones que en él existen. Cada
cosa se halla en diversas relaciones, a veces contradictorias, con las otras
cosas y, por consiguiente, no es una identidad muerta, igual siempre a la
misma, sino que es lo que es, y es otra cosa. No obstante los cambios cuantitativos
que constantemente experimenta cualquier fenómeno de la naturaleza, dicho
fenómeno, durante cierto limitado tiempo, sigue siendo lo que es, sin sufrir
cambios cualitativos, sin transformarse en una nueva cualidad. Así por ejemplo,
la roca sigue siendo roca, no obstante el proceso de erosión y desmoronamiento
al que constantemente está sujeta. Esta propiedad objetiva de las cosas de ser
idénticas a sí mismas, de contener en si una contradicción interna, de hallarse
en proceso de desarrollo, de mutación, expresa también la categoría de
identidad concreta, dialéctica. Toda identidad del objeto es temporal,
relativa, pasajera; solo el movimiento, la mutación, de los objetos es absoluto
y permanente>
Veamos
que ocurre con cuatro elementos químicos de la Tabla de Mendelejev: Calcio:
(Ca); Cloro: (Cl); Hidrógeno: (H); Oxígeno: (O), los cuales están en permanente
cambio; cada elemento tiene su propia identidad, la cual es transitoria, en
cuanto se transforma en otro elemento por diversas causas, por ejemplo: La
mezcla, o fusión, de elementos químicos: El hidrógeno (H) tiene su propia
identidad que lo diferencia del oxígeno (O); cuando se mezclan, esa identidad, transitoria, da paso a una nueva
identidad: La del agua (H20); la identidad del Calcio (Ca), es el calcio (sic!), cuando se unen el
Calcio (Ca) con el Cloro (Cl), se forma el Cloruro de Sodio, la sal, una nueva
identidad del mundo inorgánico.
LA
IDENTIDAD EN EL MUNDO ANIMAL
Lo
propio ocurre en el mundo animal y vegetal: Hay identidad entre animales de la
misma especie, que se han ido transformando durante millones de años. Veamos un
ejemplo dentro del reino animal: <Entre
los “cordados”… Hay varias líneas…que sugieren que al principio del período
cámbrico, hace aproximadamente 570 millones de años, aparecieron los primeros
cordados auténticos, evolucionados a partir de un antiguo hemicordado o un
antecesor común de ambos, los cuales se clasifican en diversas familias:
enumeremos algunas: clase Anfibios, clase Reptilia, Clase Aves, Clase
Mammalia*.> Lo cual significa que los anfibios, los reptiles, las aves y
los mamíferos, siendo diferentes, teniendo identidades como familias de
cordados, provienen de un tronco común, que es el hemicordado; dentro de cada
una de dichas familias, que tienen identidad como tales: mamíferos, reptiles,
aves, etcétera, hay identidades propias dentro de cada familia*.
CULTURAS
E IDENTIDADES EN LA SOCIEDAD HUMANA
En
las sociedades humanas ocurre algo similar, pero más complejo, pues, el hombre
al actuar socialmente genera no solo producción de alimentos, vestido y/u otros
productos provenientes de la naturaleza, particularmente variados instrumentos
de producción, que, siendo cambios materiales, a la vez producen cambios en la
mente, en la cultura espiritual de la sociedad que distingue las identidades
del mundo animal, de las identidades de la sociedad humana, pues lo que
caracteriza el desarrollo del ser humano en su relación con la naturaleza es
que el hombre no hace uso de la naturaleza, sino que ejerce
progresivamente dominio sobre ella en
beneficio de la sociedad humana: De
este modo se van conformando la cultura espiritual de las sociedades humanas
progresivamente, por ejemplo: Durante el período tribal a cada tribu le
corresponde su propia identidad cultural, su sentido de pertenencia a dicha
tribu; el fenómeno es más complejo en las sociedades de clase, pero igualmente
dentro de ellas, al examinar sus culturas, dentro de la estratificación de
clases, brotan de ellas identidades culturales.
CULTURA
MATERIAL Y CULTURA ESPIRITUAL
Al
examinar el desarrollo de las sociedades humanas debemos establecer una
diferencia y al mismo tiempo una relación entre “cultura material” y “cultura
espiritual”: A la producción material, fruto del trabajo humano sobre la
naturaleza, se la denomina “cultura material”: Esta es la base para el
desarrollo de las ideas, del intelecto humano.
Al desarrollo de las ideas, fruto del trabajo humano, productivo, se lo
denomina “cultura espiritual”.
DESARROLLO
A SALTOS DE LA CULTURA
La
“cultura espiritual”, siendo producto de la “cultura material”, actúa sobre
ésta imprimiéndole un mayor desarrollo, que, a su vez, contribuye al desarrollo
de nuevas ideas que enriquecen la cultura espiritual. La cultura espiritual
incide en la conciencia de la sociedad provocando profundos cambios políticos e
ideológicos.
FUSION
ENTRE CULTURA MATERIAL Y CULTURA ESPIRITUAL
La
producción material, como hecho social, es el sustento de la cultura
espiritual: Una es la cultura material y
otra la espiritual, pero es decisivo, para no desviarnos del marxismo, tener presente que, dentro de la producción
material está presente, vital, íntimamente ligada, la producción espiritual: Es
decir que, en la cultura material está viva, inmersa, estrechamente ligada a
ella, y a la vez, diferenciándose de ella, la cultura espiritual.
SEPARACION
ENTRE CULTURA MATERIAL Y CULTURA ESPIRITUAL
Cuando
surgen las sociedades de clase, se produce una separación entre la cultura
material y la espiritual, pues, las clases opresoras ocultan el papel que las
clases trabajadoras juegan en la producción
de la riqueza material, en la economía de las sociedades opresoras
clasistas.
Esta
es la diferencia entre la concepción burguesa de la cultura, y la concepción
proletaria de aquella: Para los comunistas es fundamental en la concepción de
cultura, el trabajo humano sobre la tierra, las fábricas, la producción
material. El trabajo productivo manual, como base y sustento de las ideas, de
la cultura espiritual, en tanto la
burguesía privilegia -y separa- el
trabajo intelectual del manual; discrimina, declara inferior a la cultura
material y establece, autoritariamente, desde el poder, que la cultura
espiritual es superior a la cultura
material con el propósito de ocultar el papel de los trabajadores en la
producción y en la forja de nuevas ideas democráticas. Este es el rasgo
fundamental de las sociedades dominadas por las clases explotadoras.
CULTURA
POPULAR O CULTURA DE LOS OPRIMIDOS
Al
ocultar el papel del trabajo como fuente de la cultura material y espiritual,
las culturas dominantes: esclavista, feudal y burguesa, niegan el papel de los esclavos, los siervos y de los obreros, el
papel de los pueblos explotados y oprimidos en la forja de su cultura popular,
surgida del trabajo humano productivo, material, que se va forjando en ríos
subterráneos, lo cual inicialmente se expresa en un cúmulo de ideas que se van
forjando espontáneamente durante su vida dura y durante su lucha incesante y
vigorosa contra las culturas dominantes esclavista, feudal y capitalista.
Al
respecto cabe destacar la visión marxista- leninista de Pablo Miranda al
respecto: “En la sociedad las ideas
dominantes son las que pertenecen a las clases detentadoras del poder, la
cultura nacional hace parte de la ideología, de las ideas y propuestas de las
clases dominantes. En los Estados capitalistas esa cultura nacional es hoy en
día, una cultura reaccionaria, decadente como es la sociedad burguesa; es una
cultura prosternada al imperialismo que se desnacionaliza constantemente.
En el seno
de esa cultura nacional existen valores espirituales que tienen carácter
progresista, son las expresiones de la sociedad por el desarrollo, son las
manifestaciones de la historia que registra acontecimientos heroicos y
trascendentes en el proceso de la conformación histórica de la nación, son la
expresión, en esa cultura dominante, de las ideas y propuestas de los de abajo.
Más allá, en cada estado-nación existe una cultura oprimida, aquella que
corresponde a las clases trabajadoras, a las clases oprimidas y dominadas; esa
es una cultura en lo fundamental progresista, revolucionaria, nacional, aunque
en ella estén presentes también aspectos, elementos atrasados, reaccionarios,
que corresponden a la influencia de las clases dominantes y de sus ideas. En
los Estados multinacionales existen además las culturas de las nacionalidades
oprimidas, dominadas, que también, en lo fundamental, tienen carácter
progresista.”.
EL POSTMODERNISMO METE EN EL MISMO SACO A LA
CULTURA BURGUESA Y A LA CULTURA CIENTIFICA
PROLETARIA
En
las últimas décadas, sobre todo a raíz de la Caída del Muro de Berlín, el
postmodernismo desempolvó y maquilló la
categoría de la identidad, ubicándola como un supuesto hallazgo, como una
novedad en la visión de las sociedades humanas, de parte de la burguesía,
que, supuestamente, se refiere exclusivamente
a un fenómeno social, derivado de la cultura espiritual, de “la diversidad de
las culturas”, de la cual derivó la tesis reaccionaria postmodernista de que la visión cultural clasista, deja de lado la
diversidad de culturas e identidades que de ellas se desprenden.
El
postmodernismo, involucra en “la modernidad” tanto al imperialismo como al
socialismo y al marxismo, lo cual es esclarecido por Oswaldo Palacios: <“Muy simplemente concluyen que el
postmodernismo “ha dejado atrás a la modernidad”, entendida como el carácter
imperialista del capitalismo, y que ahora el “establecimiento” ha devenido en
una “sociedad civilizada”. En el posmodernismo, la existencia de las clases
sociales, de la lucha de intereses de las mismas, de la explotación y la
opresión, han sido también “superadas” y el marxismo como doctrina del
pensamiento ha sido superado ampliamente por las nuevas condiciones en que se
desenvuelve el mundo, la sociedad actual.>
Con
esta visión “identitaria”, el
postmodernismo pasó a examinar las sociedades de la postmodernidad, a la luz de
la visión de “las identidades” y de “las culturas”, desclasándolas de manera
vertical, autoritaria, idealista y metafísica, en sociedades en donde no
existen, supuestamente, las clases
sociales, la lucha de clases, y menos, la perspectiva del socialismo.
Ahora
solo restaba volcar la visión a las sociedades de la postmodernidad, del
“bienestar general”, donde había que examinar las particularidades de los
“grupos sociales” desde la óptica de las identidades: étnicas, regionales, de
género, de “preferencias sexuales”, visión que se opone tajantemente a la
visión cultural clasista, con la cual se pierde de vista la perspectiva de la
reanudación de las revoluciones proletarias y la reinstauración, vía de la
revolución social, del Poder Popular y del socialismo.
LA BANCARROTA NEOLIBERAL Y LA CRISIS DEL
CAPITALISMO GOLPEA LAS TESIS POSTMODERNISTAS
Más,
los hechos golpearon como una piedra que rompe el cristal de un gran
rascacielos donde se efectúan operaciones especulativas: La crisis real, general y las crisis cíclicas que
acosan a la sociedad capitalista, han ido echando abajo las tesis
postmodernistas, que, desde luego siguen pululando y haciendo estragos entre
los pueblos; la crisis, ya golpeada por el fracaso del neoliberalismo y la caída
de algunos gobiernos, especialmente en América Latina, se han venido
acentuando, probando, por los hechos irrefutables de algunas crisis como la de
México, la de Rusia, la de “los tigres asiáticos”, y particularmente por la
reciente crisis cíclica en la que está envuelto el mundo capitalista, que tiene
como eje al imperialismo norteamericano, en función de los cuales, la visión
postmodernista ha venido sufriendo un golpe tras otro.
Sin
embargo, ello no ha significado que sus tesis antimarxistas, que sus visiones
“culturales” no sigan siendo utilizadas, particularmente en el “trabajo de
campo” que realizan en forma proliferante los agentes de las ONGs, los
“antropólogos” “especialistas en “culturas”, los organismos estatales dedicados
a “las culturas y las artes” en las comunidades campesinas y urbanas a través
de los cuales se empuja una ofensiva “cultural” contra la visión clasista de la
cultura y se empuja la división de los pueblos a través de la visión de las
culturas e identidades étnicas, regionales, etcétera.
LA OFENSIVA POSTMODERNISTA DESVIA A LOS
PUEBLOS DE LA REVOLUCION SOCIALISTA
Las
tesis postmodernistas tienen un eje conocido: “es el fin de la historia” y “el fin de las ideologías”, que es la
negación de la cultura científica del proletariado y la afirmación, anti
histórica y metafísica, de que en el capitalismo termina el desarrollo de las
sociedades humanas: Ese “metarelato*”
de las comunidades primitivas, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y
el socialismo”, dicen: <Es un
“discurso antediluviano: Por diversas vías, el postmodernismo ha atacado la
cultura científica marxista-leninista. En un intento del resumen de esta
ofensiva anticientífica, anticomunista, podría intentar recrear sus
tergiversaciones en una especie de síntesis que sería: “Si el socialismo ha demostrado que es un fracaso anti histórico, una
falsedad -reiterarían los postmodernistas-, todas aquellas aseveraciones de una supuesta “cultura científica” es
otra falsedad. Mirar las sociedades desde la óptica de clases, es una
perogrullada inventada por el “caduco discurso de los comunistas” que “no tiene
ninguna perspectiva histórica”>. Naturalmente, la ofensiva
postmodernista no se reduce a este intento de simplificar sus ideas que son
voluminosas, pero su esencia es esa, por medio de la cuya concepción
imperialista, agresiva y anticientífica de cultura, se proponen subordinar las
culturas e identidades de los pueblos de los países dependientes, a la cultura imperialista
de manera hegemónica, bajo el manto operativo de la llamada “globalización”, deformando, vulnerando
sus orígenes populares y en consecuencia, arrasando con las culturas
nacionales, de nacionalidades y etnias, e identidades desprendidas de esas
culturas.
EL NACIONALISMO BURGUES EN ALGUNOS PAISES DE
AMERICA LATINA GENERA UNA CULTURA DE RESISTENCIA A LA CULTURA DE LA
GLOBALIZACION Y PROMUEVE LAS CULTURAS E IDENTIDADES NACIONALES, DE LAS
NACIONALIDADES Y ETNIAS
Dada
la agudización de la crisis del sistema capitalista que se va expresando en la
crisis general y en diversos estallidos que la azotan en uno y otro país; esta
crisis del sistema capitalista se expresa en América Latina en el fracaso del
neoliberalismo, de la política de privatizaciones, a través de las cuales el
imperialismo se proponía explotar y oprimir, más, a los pueblos de los países dependientes.
“Frente a la
globalización -destaca
Pablo Miranda- como una reacción
inmediata se está produciendo, en determinados países y pueblos una
exacerbación del nacionalismo burgués, estallan confrontaciones de carácter
nacional, étnico- cultural y religioso, que hacen parte del proceso de
transición”
Surge
y se desarrolla una tendencia de cambio, que, apoyada en la lucha de los
trabajadores, los pueblos, la juventud, va echando abajo los regímenes
neoliberales, privatizadores que actuaban bajo la cobertura de la “democracia
representativa” que legalizaba su corrupción y entrega de la soberanía.
“Estos
hechos incontestables evidencian importantes cambios en la correlación de
fuerzas. Expresan que los Estados Unidos no tiene la capacidad de antes para
manipular a su antojo a todos los gobiernos. Significan para los pueblos y los
trabajadores de otros países un referente, la demostración de que es posible
triunfar en los procesos electorales y abrir un nuevo camino para la solución
de los problemas que nos aquejan”, señala Miranda.
“Para
nosotros está claro -agrega
Pablo Miranda- que en ninguno de esos
países en los que se eligieron presidentes antinorteamericanos se ha producido
el ascenso al poder de los trabajadores y los pueblos”…Esto quiere decir que no
se ha producido la revolución social”.
En
este escenario, desde las esferas de dichos gobiernos, se expone que, dejando
atrás al capitalismo, se ha instaurado un “socialismo” sui géneris: el “socialismo
del siglo XXI”, el cual, pese a estos cambios democráticos y patrióticos
operados, no afecta la estructura del sistema capitalista que, en lo
fundamental, en su estructura económica y su sistema social, se mantiene
vigente; sus propulsores aclaran que “el
socialismo del siglo XX fracasó”; agregan a esta visión “cultural” su oposición al principio
científico de la lucha de clases.
EL POSTMODERNISMO EMPATA CON EL DESARROLLISMO Y EL REFORMISMO EN “LA CULTURA”
En
las esferas de “La Cultura” se
ratifican y desarrollan estas visiones y conceptos culturales: Al mismo tiempo
que se mantiene un discurso anti neoliberal, que se adoptan, ciertamente,
medidas que vulneran la política hegemónica, globalizadora del imperialismo,
opuesta a los diversos planes “Santa Fe”, propiciados por el imperialismo; que
se defiende la cultura nacional, la identidad nacional, las culturas e
identidades de las nacionalidades y las etnias, las de “género”, de
“preferencias sexuales”, etcétera; de otra parte, progresivamente, se
desarrolla un discurso que, abiertamente declara ante la sociedad capitalista
que “no hay “lucha de clases”, por
tanto, no reconoce la existencia de las clases sociales, ni la visión clasista,
científica, de la cultura, ni la perspectiva revolucionaria de la conquista del
poder popular a través de la revolución, ni de la construcción de la sociedad
socialista.
Estas
justas tesis, igual que lo hace el postmodernismo, son estigmatizadas; el
discurso, mientras en la forma ataca al “capitalismo”, lo cual, de una parte es
bueno; de otra parte, como ocurre y de manera abierta en Venezuela, o
sesgadamente, como en Ecuador, demarca claramente sus diferencias con el “socialismo dogmático y ortodoxo”, ya fracasado, del siglo XX”, todo lo cual, en
estos aspectos, identifica a esta
propuesta “cultural”, desarrollista y reformista, de manera pragmática y aún
dentro de sus diferencias, con los
postulados teóricos y los objetivos políticos e ideológicos del
postmodernismo.
LA PROPUESTA CULTURAL DESARROLLISTA Y REFORMISTA NIEGA
LA VISION CLASISTA DE LA CULTURA
La
propuesta cultural de la “revolución
ciudadana”, del “socialismo del siglo XXI” se concreta en la propuesta
cultural: “Libres, Iguales y Diversos”,
tesis reformista que mimetiza y niega la existencia de las clases sociales y de
la lucha de clases. La visión científica cultural clasista
Estos
“nuevos tiempos”, requieren para el “socialismo del siglo XXI”, una “revolución
ciudadana” sin confrontaciones, “sin lucha de clases”, dentro de la cual se
logre “la libertad”, se elimine la
“desigualdad”, a través no de “la exclusión”, sino de “la inclusión” de las “culturas
étnicas”, de las “identidades”, a las cuales se las reconoce como única forma
de expresión de “lo popular”, pues, “provienen de los pueblos”.
Estos
planteamientos “identitarios” son reforzados por “antropólogos” como Omar
Skola, quien sostiene que “lo popular” hay que encontrarlo en las
culturas: <Etno-históricas,(por
ejemplo cuando se habla de los pueblos quichua, shuar, mestizo del Ecuador) regionales,(por ejemplo cultura popular de la costa ) locales, (ámbitos cotidianos) rurales (p/ej´ el arte de los
campesinos), urbana (la dinámica
en los mercados populares) globales (por
ejemplo el movimiento
antiglobalización en Génova).
Perspectiva de clase socioeconómica (las representaciones y
manifestaciones subalternas y de intelectuales adscritos a ellas>.
LO POPULAR, SEGUN ESTA VISION CULTURAL NO
CLASISTA, SON LAS CULTURAS ETNICAS Y REGIONALES Y LA DE “LAS CLASES
SUBALTERNAS”
El
“antropólogo” Skola, reconoce a “lo popular” en las culturas “etno-históricas”,
regionales, locales, rurales, urbanas, globales y aquellas que están en la “perspectiva de clase socioeconómica”,
estas últimas, relegadas, en segundo plano.
En
esta visión antropológica-cultural no
aparecen con claridad las clases sociales, lo que significa que estamos
ante una visión postmodernista, que niega, o
mimetiza, la existencia de las clases sociales y la lucha de clases.
Aunque,
relegadas, se habla de “las manifestaciones y representaciones
subalternas y de intelectuales adscritos a ellas”; podría colegirse, que, detrás de este lenguaje
“antropológico” se habla de ¡las clases
sociales!, dado que, como premisa, se habla de “las perspectivas de clase socioeconómicas”, o sea, se habla de una
estratificación económica de clases.
Al
darle a éstas, la connotación de “manifestaciones
subalternas”, por lógica podríamos concluir que, aunque escondiendo sus
propósitos de privilegiar las culturas étnicas, y mimetizar a las clases
sociales, el “antropólogo” Skola se refiere a las clases sociales explotadas y
oprimidas por el capitalismo.
En
todo caso las clases sociales explotadas, que son el motor del cambio social
revolucionario, no son consideradas,
claramente, en este análisis; la visión científica, clasista, de la cultura, es colocada marginalmente por Omar Skola, lo que nos ubica en su particular visión antropológica de “lo
popular”, que no es suya, que
corresponde al postmodernismo, y que se refiere al Ecuador de hoy.
Esto
confirma que, pese a las diferencias entre la “globalización” y el “socialismo
del siglo XXI”, hay una coincidencia: La visión “cultural” postmodernista, y la
“antropológica reformista”, coinciden en que en nuestro país no existen las clases sociales, ni la lucha
de clases.
LAS CLASES Y LA LUCHA DE CLASES EXISTEN AL
MARGEN DE QUE LA VISION POSTMODERNISTA Y REFORMISTA LAS NIEGUEN Y/O
MIMETICEN
Esta
visión no clasista de “lo popular” es
una muestra de la visión por la cual se disemina en el Ecuador, a los
trabajadores y a los pueblos, en múltiples “culturas”: étnicas, locales,
regionales, rurales y urbanas; en realidad, todas estas expresiones culturales
existen, pero se resumen en culturas e identidades étnicas.
Por
más que Skola no las mencione, la realidad del Ecuador –de América Latina y del mundo capitalista-, es que dentro de nuestro país existen clases
sociales explotadoras y clases sociales explotadas, imbricadas, formando
parte de las clases sociales explotadas y oprimidas, de los trabajadores,
campesinos, de la pequeño burguesía, signándoles a las clases sociales
elementos culturales étnicos, o culturales étnica, de los pueblos mestizo,
indígenas y negro.
Esta
visión postmoderna pretende restringir “lo popular”, exclusivamente a “lo étnico” para hacer perder la perspectiva histórica del proletariado,
como clase dirigente de la revolución, que, junto al campesinado y a los
pueblos del Ecuador, bajo la dirección del partido comunista, impulsará la
tarea de unir, de liderar los combates por la emancipación social, por la
revolución, la conquista del Poder Popular y la construcción del socialismo;
tarea ésta, en la que están imbricadas, de
modo natural, las culturas e
identidades de los pueblos mestizo, indígenas y negro, entrelazadas en las
clases sociales explotadas y oprimidas del Ecuador.
LAS CULTURAS ETNICAS, REGIONALES, URBANAS,
RURALES, ESTÁN IMBRICADAS NATURALMENTE A LAS CLASES SOCIALES EXPLOTADAS
Las
clases revolucionarias y las etnias, son
una trenza: Están juntas en las fábricas donde los obreros son mestizos,
mulatos, negros, cholos, etcétera, y lo que importa es que son trabajadores que
luchan contra el capitalismo, contra la clase de los patronos; cosa similar
ocurre en el campo: la mayoría del pueblo indígena son campesinos pobres y
medios; o la mayoría de mestizos, -connotados
como ”cholos”, “zambos”, montubios”, por sus identidades, aunque todas ellas
forman parte del pueblo mestizo-, son campesinos pobres y medios; o los
pueblos mestizo, indígenas y negro, forman parte de la pequeño burguesía y/o de
otras clases y capas sociales explotadas.
Esta
errónea visión de las “culturas étnicas”, que las separa de las “manifestaciones y representaciones
subalternas”, se ratifica cuando aborda el tema de la “cultura nacional”.
LA
CULTURA NACIONAL
<En América Latina la “cultura nacional”- escribe
Skola- fue y va de la mano de la
educación formal, los medios de comunicación de masas para la aculturación,
integración, asimilación o simple masificación, fundados generalmente en el
desarrollo capitalista, (también hubo
“control cultural” en los países socialistas). Donde la cultura de etnias
oprimidas, y hasta de las mismas clases subalternas, son excluidas hasta en la
misma “sociedad nacional”.>
Este
es un planteamiento reformista: A partir de algunos elementos que muestran como
ejerce su papel la cultura dominante en el capitalismo, concluye en que la
“cultura nacional”, excluye a “la cultura de las etnias oprimidas” y a la de “las
manifestaciones subalternas”, término en
boga dentro del lenguaje de la cultura no
clasista, que mimetiza una idea reformista muy profunda: Aquí no se trata
de hacer una revolución social verdadera que enfrente la dominación cultural
burguesa e imperialista que se ejerce a través de “las cárceles, elementos armados y otros elementos”, como señala
Lenin, haciendo uso del derecho a la violencia revolucionaria de parte de los
trabajadores y los pueblos, alzados para conquistar su liberación, sino de
“mejorar al capitalismo”, “hacerlo solidario”, lograr que asimile las “culturas
populares” a este “socialismo del siglo XXI”, de allí que el señalamiento de la
“exclusión”, plantea como alternativa la “inclusión”,
en el sistema capitalista, de las “culturas étnicas” y de “las manifestaciones y expresiones subalternas”.
En
el planteamiento de Skola de las características de la “cultura nacional” desaparecen, o se mimetizan, las clases
sociales y la lucha de clases, por tanto no corresponde a una visión
científica de la “cultura nacional”.
“Nosotros,
afirmamos enfáticamente, que el proceso histórico, las vicisitudes de los
pueblos del Ecuador y de manera particular del pueblo mestizo, decantaron la
exclusividad de la cultura española, la imbricaron en una nueva cultura, la
cultura ecuatoriana”,
destaca Pablo Miranda.
La
concepción proletaria de “cultura nacional” ubica a ésta como un fenómeno
histórico social, en movimiento, que se va estructurando a lo largo de la
historia de cada país, y se desarrolla fundamentalmente durante la etapa del desarrollo capitalista; culturas nacionales
que existen actualmente en los países de América Latina, que, a pesar de la
dependencia, en diverso grado, del imperialismo norteamericano, se encuentran
en un período de desarrollo capitalista, como modo de producción y de
relaciones sociales de clase burguesas, dominantes; en cuyo interior, se
fermenta y desarrolla una intensa lucha de clases; una confrontación antagónica
entre la cultura dominante, burguesa, ligada con el imperialismo, y la cultura
de los de abajo, de los trabajadores y pueblos oprimidos.
<En los
diversos países capitalistas la nación está dividida en clases antagónicas, -señala Pablo
Miranda- la burguesía y el proletariado;
en los países dependientes, la nación, la sociedad, está dividida también, en
clases antagónicas: de un lado la burguesía asociada y dependiente del
imperialismo y de otro, las clases trabajadoras con la clase obrera como la
principal protagonista de la vida económica y política. Esto quiere decir que
el proceso de desarrollo de las naciones esta signado por la lucha de clases,
por la confrontación de los intereses antagónicos de las clases.>
De
estas dos visiones se desprenden dos prácticas distintas, opuestas, dos líneas
de acción antagónicas: Las “culturas étnicas” y la cultura de “las clases
subalternas”, -según la visión reformista
de Skola-, “excluidas de la cultura nacional”, se proponen ganar espacios para ser “incluidas” dentro de la actual
“cultura nacional”, donde y desde el poder que ejerce la burguesía ligada
con el imperialismo norteamericano, la cultura burguesa, en gran medida
desnacionalizada por la incidencia del imperialismo en nuestro país, es la
cultura dominante; es decir, la propuesta reformista es “incluir” a la “cultura
popular” -según la concepción reformista-
dentro del capitalismo, lo cual se identifica con la visión de la “revolución
ciudadana”, y del “socialismo del siglo XXI” que plantea que “la Patria, ya es
de todos”, y que este es un país donde, ya,
“somos libres, iguales y diversos”, y lo que se requiere es promover a las
“culturas populares”, empujando la “interculturalidad” entre culturas étnicas,
regionales, locales, de género, de “preferencias sexuales”, de “clases
subalternas”.
LA TESIS DE QUE “LO CULTO NO ES POPULAR”, NIEGA
LA EXISTENCIA DE LA CULTURA CIENTIFICA DEL PROLETARIADO Y LA CULTURA
PROGRESISTA DE LA HUMANIDAD
Desprendida
de esta visión reformista de las identidades y culturas étnicas, opuestas a la
visión de clases de la cultura, Skola señala que, “todo lo que no sea cultura ilustrada, de élite o burguesa, es cultura
popular”; o sea que lo ilustrado, no es “popular”, que todo aquello que “no
está incidido por lo culto” es “popular”, que únicamente las expresiones culturales que provienen espontáneamente
de los pueblos pueden ser consideradas como “populares”.
Esta
visión es reaccionaria, porque en primer lugar, lo que han producido
históricamente desde tiempos antiguos y lo que actualmente producen los pueblos
artística, culturalmente, y lo hacen de conformidad con sus entornos sociales
de manera indetenible, pues esa es la naturaleza de la vida social que, a la
vez que gira en torno de la producción, de la vida social en sus diversas
expresiones como el deporte, las fiestas populares, también se expresa en el mantenimiento
de sus identidades artísticas que se expresan por medio de la danza, la música,
las vestimentas, las máscaras, los ritmos; escenario en el cual se construyen
nuevas expresiones artístico culturales de parte principalmente de los jóvenes
hijos de los pueblos, de manera espontánea, las cuales, por supuesto, aunque están, en parte,
trasegadas por la cultura dominante capitalista, también expresan resistencia,
apego al terruño, a la naturaleza, a las vivencias propias, naturales, de los
pueblos.
Las
culturas de origen popular, dentro del sistema capitalista, están trasegadas
por la cultura dominante burguesa; lo cual significa que, si bien se puede
hablar de que las expresiones culturales de los de abajo, son, en esencia, la
cultura de los oprimidos, dentro de estas manifestaciones hay que desgranar el
buen grano, de aquel que está trasegado por las ideas de la cultura burguesa. Aun
así, estas expresiones artístico-culturales de origen popular forman parte de
la cultura popular.
En
segundo lugar, la ilustración no
puede restringírsela a la cultura burguesa: Hemos visto que la cultura alcanza
con el marxismo el nivel de cultura científica, la cual se desarrolla con el
leninismo: <La doctrina del socialismo
ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas elaboradas por
representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales>
destaca Lenin: Esto es un axioma: La
teoría marxista- leninista es la más alta expresión de la ilustración
científica.
Los
“antropólogos” reformistas que aúpan al “socialismo del siglo XXI”, se alinean
con el postmodernismo para arrumar al pensamiento científico del proletariado y
envolverlo como parte de “la modernidad”; Oswaldo Palacios lo señala
advirtiendo que esta visión pretende <..que el postmodernismo “ha dejado atrás a la modernidad”, entendida
como el carácter imperialista del capitalismo… y el marxismo como doctrina del
pensamiento ha sido superado ampliamente por las nuevas condiciones en que se
desenvuelve el mundo, la sociedad actual>
Es
a esta visión anticientífica de “la cultura” que responden las apreciaciones
que separan “lo culto”, de “lo popular”; por eso Skola plantea que existen dos <sesgos para interpretar culturas
populares; las de la tradicional derecha y las de la izquierda dogmatista>,
lo cual se debe a que considera, identificándose con la visión postmodernista,
que durante el socialismo en la URSS y en otros países, no se construyó una
cultura “popular”, cuando dice que <también
hubo control cultural en los países socialistas>, idea que corresponde a
la visión del imperialismo y la reacción internacional quienes niegan que en el
socialismo la clase obrera y los pueblos dirigidos por los partidos comunistas
se desarrolló la cultura popular, deformando los hechos, que, tras la traición
del revisionismo soviético, la sociedad socialista, temporalmente, regresó al
capitalismo, con lo cual Skola, igual que el postmodernismo, coloca en el mismo
nivel de las culturas burguesa y revisionista, contemporáneas, a la cultura
científica del proletariado, de lo que se desprende la errónea visión de que “lo culto” no es “popular”; y de que lo
que no está “contaminado por lo culto”, es “popular”.
Esto
corresponde a otro viejo aspecto de las culturas dominantes, que separan la cultura
material de la cultura espiritual, que actualiza el postmodernismo, en el
sentido de que “la cultura” es únicamente la cultura espiritual, que deja de
lado a la cultura material, al trabajo que en la producción realizan los
trabajadores y los pueblos; deja de lado los combates, alzamientos,
insurrecciones, formas de la lucha armada, guerras de liberación social y
nacional, asumidas por los oprimidos; de hecho, tampoco considera como
“popular” a las artes y literatura creadas durante el socialismo en los países
que lograron conquistar el poder a través de revoluciones, como tampoco a las
artes y a las literaturas “cultas” producidas por la intelectualidad
progresista, patriota, y por representantes del arte y la literatura
proletarias, cuyo caudal es inmenso, y que ha provisto a los trabajadores y a
los pueblos de conciencia de clase en
América Latina, El Caribe, África, en Asia, Europa, en el mundo entero.
La
mejor ilustración proviene de este aserto la encontramos durante la Colonia con
Eugenio Espejo, culto, con quien la
literatura política adquiere rasgos emancipadores con las ediciones impresas de
“El Quiteño Libre”, “Primicias de la Cultura de Quito”, y otros importantes
trabajos científicos y literarios, como destaca Agustín Cueva en su obra “Entre
la Ira y la Esperanza”; asunto similar ocurre durante la República cuando se
gesta la Revolución Liberal en la literatura de Juan Montalvo y José Peralta,
cuya literatura “culta” son “señales precursoras del pensamiento burgués, del
racionalismo; son “diatribas contra el
oscurantismo feudal”, destaca Pablo Miranda al referirse a la formación de
“la lengua literaria ecuatoriana” así como en la pictórica que se expresa en
las obras de Egas, Pinto, Endara, Enrique Guerrero, Kingman, Guayasamín,
Carcelen, etc.
La
victoria de la Revolución de Octubre a inicios del siglo XX; y luego la
victoria de la Unión Soviética sobre el fascismo durante la Segunda Guerra
Mundial, en pleno siglo XX son bases de la nueva cultura, material y
espiritual, socialistas, que influyen en el Ecuador, para que, recogiendo los
elementos sustanciales del arte proletario y popular creados durante el
socialismo en la URSS se lleve a cabo la difusión del socialismo científico en
el Ecuador, cuya aplicación a nuestra realidad basado en la visión de clases de
la sociedad ecuatoriana y de su historicidad, en su idiosincrasia, cultura,
lengua literaria ecuatoriana, en el escenario del desarrollo de la lucha de
clases, que va de mano de la formación del partido socialista y del viejo
partido comunista -que en 1.964 en el
marco de una intensa lucha teórica y práctica contra el revisionismo
contemporáneo conduce a la estructuración del partido comunista marxista-
leninista del Ecuador-, bajo cuyas circunstancias se desarrollan la
literatura y las artes, realistas en general, conocidas como “realismo social de los años 30”, expresadas en los cuentos,
en la novela, en la poesía obrera y popular “montubia”, “chola”, es decir,
mestiza, con el “Grupo de Guayaquil”: Gallegos Lara, José de la Cuadra,
Gilbert, Aguilera Malta, Pareja Diezcanseco; en la indigenista y mestiza de
Icaza; en la literatura negra de Estupiñán Bass y Adalberto Ortiz, así como en
la pintura y escultura, que contribuyen a la educación política, de clases, a
trazar un rumbo liberador, un derrotero claro para la libertad de los
trabajadores y de los pueblos a través de la literatura y las artes populares,
que afirma el signo característico de lo popular; estas literatura y artes
“cultos” recogen la vida del pueblo, recuperan sus jergas, sus idiosincrasias,
fortalecen las manifestaciones populares en las artes que se hallan latentes,
en ríos subterráneos, en los imaginarios indígenas, negro y en las
celebraciones populares mestizas que se manifiestan en el folklore, la danza,
la música, las vestimentas y máscaras, las artesanías artísticas, etcétera.
Una
y otra se enlazan, se conjugan entre sí, al punto que algunos literatos aportan
desde la orilla de lo culto-revolucionario, al arte popular, como lo hace en
sus diversas obras literarias Nelson Estupiñán. Las sucesivas décadas,
especialmente la década revolucionaria de los 60s colocan en la palestra a
nuevos actores y protagonistas que le darán un jalón a la literatura, la
pintura y el arte populares, sobre todo desde la orilla del arte
culto-consciente, basado en la concepción estética devenida de la cultura
científica del proletariado y de las corrientes progresistas y revolucionarias en
boga con la rica obra creativa de los “Tzánsicos”, del Centro de Arte Nacional
y de la UNAP que tienen en Rafael Larrea, Alfonso Murriagui, Alfonso Chávez,
Armando Coronel, entre otros, a sus conscientes creadores.
EL
FOLKLORE
En
la connotación de “lo popular”, desde luego está presentes el folklore y
diversas manifestaciones provenientes de manera natural de los pueblos,
especialmente aquellas manifestaciones
creadas como forma de resistencia a la cultura dominante, dentro de las cuales
hay que procesar aquello que responde a lo popular de aquello que es incidido,
trasegado por la cultura dominante,
lo cual no significa, de ningún modo, dejar de investigar, recopilar, difundir
aquellas expresiones provenientes de los pueblos, ubicándolas en su contexto
para destacar la inteligencia, creatividad, protagonismo de los pueblos en su
lucha por el progreso y la libertad social forjando sus propias identidades
culturales, como es el caso del folklore:
<Está
claro -escribe
Rafael Larrea- que aún hay elementos que
se mezclan entre las categorías de folklore y cultura popular. Parece necesario
precisar más que este saber popular, este acumulado de conocimientos empíricos,
de habilidades tecnológicas, artesanías, imaginación artística, capacidad
creativa, inventiva lúdica, etc., constituye -para la revolución ecuatoriana-
un acervo de fundamental trascendencia…”
Y
agrega: <La cultura popular no puede
ser considerada como un hecho dado, terminado, ni que es popular solamente por
su origen (aunque esto debe ser entendido como un criterio de sustancial
valor), es verdad que las distintas manifestaciones que involucra el concepto
de cultura popular no pueden estar limpias de ripios, de influencias en grados
diversos, de la ideología, de las concepciones de la clase dominante, pero lo
que debemos rescatar con vigor es la existencia de inequívocos signos de
resistencia (a la dominación, a la explotación, a la ideología de la burguesía,
etc.), el potencial extraordinario de propuesta y alternativa, la determinación
vital por su defensa y desarrollo. Nuestros pueblos tienen en este ámbito un
papel muy relevante que cumplir, elevando su nivel de conciencia y aclarando
mejor sus objetivos más generales, incorporando su quehacer recreativo al
conjunto de elementos que luchan por su liberación social y nacional.”
EL
CARÁCTER POPULAR DEL ARTE
Las
manifestaciones artísticas y literarias adquieren una más alta connotación de
“populares”, cuando son fruto de la elaboración consciente para confrontar a la
cultura dominante; cuando trazan el rumbo de la emancipación como lo destaca
Bertold Brecht:
“Nuestro
concepto del carácter popular del arte se refiere al pueblo que no solo toma
plena participación en el desarrollo histórico, sino que se apodera de él, lo
acelera, lo determina. Tenemos en miras a un pueblo que hace la historia, que
se transforma así mismo y transforma con él al mundo. Un pueblo combativo y por
consiguiente un concepto combatiente de lo popular.”, y agrega: “La práctica de
la cultura popular incluye un proceso de elevación de la conciencia crítica,
política, de los sectores populares; expresa su voluntad de ser sujetos de la
historia, de presentar sus propuestas y alternativas en distintos campos de la
vida social, de la producción, de la estética, consolida su creatividad, su
riqueza como seres humanos, su destreza y habilidad en contenidos y formas, su
visión retadora para establecer su particularidad e inscribirla en el contexto
social sin deformaciones. Es un ejemplo vivo, un mensaje de acción liberadora
que convoca a otros a tomar el mismo camino, a mirar el futuro sin explotadores
ni explotados, con posibilidades reales”.
LA POLITICA DE FOMENTAR LAS IDENTIDADES Y
CULTURAS ETNICAS AL MARGEN DE SUS CONTENIDOS DE CLASE VULNERA EL PRINCIPIO DE
LA LUCHA DE CLASES
La
visión cultural no clasista, de “Iguales,
libres y diversos” de la “revolución ciudadana” y del “socialismo del siglo
XXI” se construye a través del Sistema Nacional de Cultura, inscrito dentro de las políticas
desarrollista y reformista de la cultura de la “revolución ciudadana” constante
en la Constitución; se concreta en los diversos “Sistemas Concursables”, en los
Planes y Proyectos del Ministerio de Cultura, los cuales son impulsados por su
Ministro, antropólogos culturales, “especialistas en cultura, y por los “gestores y promotores culturales”, que
tienen sustento en las tesis ”antropológicas” reformistas, que, hemos reseñado,
tienen asidero en la visión anticientífica del postmodernismo, pese a las diferencias
que existen entre el nacionalismo burgués y la “globalización”, dentro de la
cual pretenden mimetizarse con la política cultural del “sujeto-global-social-solidario”.
Debemos
tener en claro que, todas estas
políticas: las de las ONGs, de la UNESCO y UNICEF, de las fundaciones y de los
“gestores y promotores culturales” de la “revolución ciudadana” para el ámbito
de “la cultura” se identifican, en la franca oposición a la visión clasista de
la cultura, a la teoría científica de la lucha de clases, de la revolución y el
socialismo; en el propósito de dividir, dispersar a los pueblos, obstaculizar,
vulnerar sus perspectivas de unidad como pueblos y culturas oprimidas por la
cultura dominante del imperialismo y la burguesía.
Este
“trabajo” de los “gestores culturales” del “socialismo del siglo XXI”, empata
con la labor que realizan las ONGs, dentro de sus diferencias, que encierran
intereses de clase -de las países imperialistas como Holanda, España, Alemania,
Estados Unidos que financian a esos cuadros-, los cuales son sustentados, como hemos
evidenciado, por los “promotores de la antropología cultural” desarrollistas y
reformistas que aúpan las “tesis” del “socialismo
del siglo XXI”; se lleva a cabo para dividir, dispersar a los pueblos,
obstaculizar, vulnerar sus perspectivas de unidad como pueblos y culturas
oprimidas por la cultura dominante del imperialismo y la burguesía; se propone
castrar esa unidad de clase, de oprimidos contra opresores, de pueblos contra
oligarquías, de nación progresista y en lucha por su emancipación, contra el imperialismo
y la burguesía dependiente.
La
praxis de los “gestores y/o promotores
culturales”, basada en la concepción reformista y desarrollista de
privilegiar a las “identidades y culturas”, oponiéndolas a la visión clasista
de la cultura, priva de la visión crítica para examinar, las causas y causantes
reales de la crisis que recae sobre las mayorías de los trabajadores y pueblos
del Ecuador, afecta la conciencia política, de clases.
El
desafío para el desarrollo de las artes y las literaturas populares, que se
entroncan con las expresiones populares provenientes de entre las culturas e
identidades étnicas, llámense “regionales”, “locales”, “urbanas”, etcétera,
consiste en, y a sabiendas de cómo, desde las “fundaciones, las ONGs, la
UNESCO, UNICEF, y ahora de parte de los “gestores y promotores culturales” del
“socialismo del siglo XXI”, éstos manipulan la “democracia participativa”,
haciendo uso de los “Planes de Desarrollo Local”, de los “Presupuestos
Participativos”, y ahora, de “Las Redes Barriales y Comunitarias Culturales”;
de como utilizan y van a seguir haciéndolo, el Sistema Nacional de Cultura,
SNC, exige que no nos marginemos de dicho SNC, ni de sus proyectos; dentro del
SNC, debemos actuar a la manera revolucionaria, insertándonos en la realidad
actual del proyecto cultural nacionalista y reformista, pero diferenciándonos,
no mimetizándonos dentro de sus propuestas reformistas, que, como sabemos están
imbricadas a elementos culturales postmodernistas; dentro del SNC, debemos
impulsar nuestra propuesta de “lo popular” en la cultura, en las artes, en las
literaturas, desarrollando un intenso trabajo de recreación del arte popular,
trabajando dentro de los barrios, de las comunidades, en todos los sectores
sociales de los pueblos, de las clases explotadas, para impulsar un amplio,
revolucionario proceso de creaciones realmente populares.
FIRMEZA Y FLEXIBILIDAD DENTRO DE LA TENDENCIA
CULTURAL
REFORMISTA Y DESARROLLISTA
Estamos
obligados, debemos participar, ejerciendo los derechos de las organizaciones
los artistas y escritores, populares a la libertad estética, a la creación
artística, a la identidad cultural, (clasista),
dentro del Sistema Nacional de Cultura.
Debemos
intervenir, con nuestros propios proyectos, cumpliendo las exigencias
“técnicas”, enfrentando el burocratismo y el elitismo que existe en esos
ámbitos, en los diversos “Sistemas Concursables” del Ministerio de Cultura sin
mimetizar nuestra visión popular, clasista, de la cultura; debemos buscar y
encontrar espacios, brechas para abrirnos paso en este camino, como lo hemos
hecho y lo seguiremos haciendo.
Participamos
con nuestra propia visión y praxis de cultura popular en el fomento del
folklore, de las redes comunitarias culturales y artísticas en los barrios y en
las comunidades campesinas; trabajamos en unidad, mancomunada con Direcciones
Provinciales de Cultura en esas Redes Comunitarias de la Cultura, sin mimetizar
nuestra visión clasista de la cultura popular, pero debemos tener claro e impulsarlo en la práctica, que nuestras
artes y literaturas, sobre todo las forjadas desde el ámbito de la creación
culta, revolucionaria y consciente, se proponen educar, orientar y organizar a
los trabajadores y a los pueblos, elevar
su conciencia de clase, aportar eficazmente, por este medio, al impulso de
la revolución proletaria, imbricando siempre, nuestro arte popular, como
”tuerca y tornillo”, a los combates emancipadores de nuestros pueblos.
LA CULTURA DE LOS DE ABAJO SE PROPONE REALIZAR
LA REVOLUCION SOCIAL CONQUISTAR EL PODER Y CONSTRUIR EL SOCIALISMO
La
cultura de los oprimidos, a cuya vanguardia está la cultura científica del proletariado, donde están insertas las culturas étnicas de los
pueblos de manera natural: las culturas de los pueblos de las nacionalidades
indígenas, del pueblo negro, y del pueblo mestizo, se proponen, -nos
proponemos- a través de los combates de los trabajadores y los pueblos por
nuestra emancipación, derrocar a la cultura dominante burguesa -imbricada a la cultura imperialista-, a
través de un proceso de acumulación de fuerzas utilizando todos los medios y
formas de lucha, -las artes y las
literaturas emancipadoras, como una expresión de esas formas de lucha-,
para llevar a la victoria la revolución proletaria, para y tras la conquista
del Poder Popular, bajo la guía de la cultura científica del proletariado,
ejercida desde el Estado Popular bajo la dirección del partido comunista,
marxista- leninista del Ecuador, en una amplia unidad con los pueblos mestizo,
indígenas, negros, con los movimientos, partidos, personalidades progresistas,
patrióticas, democráticas, con los revolucionarios, por el Programa de la
revolución socialista auténtica, llevar a cabo la construcción de las culturas
material y espiritual de los trabajadores y los pueblos, corrigiendo los
errores cometidos durante las primeras experiencias de la construcción del
socialismo en otros lugares del planeta, cuya premisa, cuyo axioma, es la
destrucción del sistema capitalista y de su Estado burgués.
NUESTRA ACCION TEORICO – PRÁCTICA FRENTE A LA
VISION Y PRAXIS “IDENTITARIA” DEL POSTMODERNISMO, DEL REFORMISMO Y
DESARROLLISMO CRIOLLOS
La
idea de fragmentar a los pueblos no es nada nueva, la han practicado desde
atrás, siempre, las clases explotadoras, solo que ahora reviste la novedad de
manipular la diversidad de “culturas” y de “identidades” para este mismo
propósito.
El
imperialismo y sus agentes, y los “gestores culturales” del socialismo del
siglo XXI”, proceden en sentido inverso al que debemos proceder los
revolucionarios; ellos trabajan “identitaria”, “culturalmente” para fragmentar,
aún más, las culturas e identidades étnicas y locales; para debilitar y
destruir la unidad de los pueblos y negociar separadamente con ellos, al mismo
estilo del trabajo grupal y fragmentario que practican UNICEF, UNESCO, las ONGs,
utilizando sus proyectos y recursos.
Las
prácticas de la cultura anticientífica del postmodernismo, del desarrollismo y
el reformismo del “socialismo del siglo XXI” y de la “revolución ciudadana”, a
pesar de que mantiene contradicciones con el imperialismo globalizador, muestra
que no está interesada,
en abrirle paso a la revolución social del proletariado dirigida por la cultura
científica proletaria que impulsa y dirige el partido comunista, sino en cerrarle el paso a nuestra propuesta de
“cultura popular” cruzada por la
visión clasista, revolucionaria, científica.
LAS IDENTIDADES Y CULTURAS, EL FOLKLORE,
PROVENIENTES DE LOS PUEBLOS DEBEN ENCAMINARSE, IMBRICARSE A LA LUCHA DE CLASES,
A LA LUCHA POR LA REVOLUCION Y EL
SOCIALISMO
El
proceso de trabajar sobre las culturas e identidades locales en beneficio de
acumular fuerzas para la revolución, parte de la realidad de que estas culturas
e identidades existen, están en
proceso de permanente movimiento y cambio; pero la visión y la metodología a emplearse,
es lo reverso.
Nuestro
trabajo revolucionario, en esta línea, debe calificarse
para fundir la cultura y la identidad
de las culturas e identidades étnicas, con la visión clasista, cultural, de
clase. En este camino debemos buscar los aspectos que imbrican a las culturas e
identidades étnicas con la visión y cultura de
clases, a propósito de que converjan en la unidad de la cultura popular, de
la cultura de los oprimidos para que participen conscientemente en las batallas
de clase: de pueblos oprimidos contra oligarquías opresoras y contra el
imperialismo.
Las
culturas e identidades étnicas, de barrio, de recinto, de parroquia, del
cantón, de la provincia, del país, debemos trabajarlas, orientarlas, educarlas,
para fortalecer su unidad, para que los pueblos, sin renunciar a sus
identidades locales, ni étnicas, asuman conciencia
de clase; adquieran una identidad con
su país, con sus nacionalidades, con sus etnias, como parte de su condición de
pueblos oprimidos; identidades y
culturas que, con la visión clasista de la cultura, debe ser fortalecida para
construir y desarrollar su unidad;
para impulsar el proceso emancipador de la dominación imperialista y
oligárquica, para el fortalecimiento de sus luchas por la liberación social y
nacional, para la conquistar el poder a través de la revolución, para construir
la Patria Nueva en forma mancomunada, potente, beligerante.
Esta
educación de clases, es la que debe impulsarse entre la clase obrera, el
campesinado y las masas populares, imbricadas, como lo están, de manera natural a sus culturas e identidades
étnicas, locales, regionales.
Esta
orientación es la que debe llevarse adelante para batir, aislar, derrotar a la
política de “culturas e identidades” desligadas de la visión de clase de la
cultura, que pretende que no están
imbricadas unas con otras; de la política de migajas que, a través de
diversos “proyectos y concursos”, se entrega a los pueblos por parte de los
organismos paternalistas y asistencialistas del imperialismo: UNESCO, UNICEF,
las ONGs, etcétera, así como de los “gestores y/o promotores culturales del
reformismo y del desarrollismo; política de dispersión a la cual se suman la
manipulación de otras identidades como las “de género”, “preferencias
sexuales”, grupos identificados con uno u otro ritmo y/o formas musicales,
teatrales, pictóricas, de artesanías artísticas, danzantes, etcétera.
Esto
puede lograrse si educamos a los pueblos, a los trabajadores, a las etnias, a
los grupos de artistas que practican danzas y música folclóricas, etc., en el
prisma científico de la lucha de clases, en la necesidad de la revolución
social dirigida por el proletariado, para que encuentren en toda expresión
folclórica la resistencia que han librado frente a la cultura dominante, para
que busquen en cada danza, la expresión virulenta de combate y/o de resistencia
a los extranjero y a la cultura de la burguesía, a la cual solo le interesan
estas manifestaciones en cuanto pueden utilizarlas en su beneficio.
Todo
aquello que proviene de la creatividad ancestral y contemporánea de nuestros
pueblos, no debe quedarse en la simple manifestación de las formas y
movimientos rítmicos, ni en la expresión folklórica de la danza ni del canto:
hay que desarrollarlas desde la óptica de la cultura clasista; no debe mantenerse
por mucho tiempo en las simples manifestaciones folklóricas sino que, a la par
que las promovamos, trabajemos con seriedad en la recreación de estas
expresiones, mostrando al espectador, al pueblo, su contenido clasista, debemos
crear, desarrollar esas expresiones a nuevos niveles de lo popular bajo la
visión clasista de la cultura; además debemos desarrollar creaciones que
muestren auténticos prototipos populares, que los tenemos y en cantidad y
calidad; para que los pueblos se identifiquen con la rebeldía, la firmeza, la
cultura popular que, por ejemplo, Rumiñahui genera cuando corta la cabeza del
caballo de los conquistadores y muestra su sangre a los pueblos indígenas para
incitar a su levantamiento contra la Conquista Española; como acumulado de la cultura de los oprimidos que incite a la
rebelión, a liberarse, ahora, de la
opresión oligárquica y de la dominación imperialista; para que nuestros pueblos
se alcen a la lucha por la revolución y el socialismo.
ODISEO RUNA
Materiales y obras de consulta:
·
“Dialéctica
de la Naturaleza”, de Federico Engels;
·
“Proceso
de transformación del mono en hombre, a través del trabajo”, de Federico
Engels;
·
“Historia
de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, de Federico Engels;
·
“Que
Hacer”, de Lenin;
·
“Diccionario
Filosófico” de M. Rosental y P. Yudin;
·
“La
Concepción Científica del Mundo y el Postmodernismo”, de Oswaldo Palacios;
·
“Ecuador:
Nación, Pueblos y Emancipación”, de Pablo Miranda;
·
“América
Latina y la Revolución Social del Proletariado”, de Pablo Miranda;
·
“La
Cultura Popular y el Carácter Popular de la Cultura”, de Rafael Larrea.
·
“¿Que
es el Socialismo?”, de Carlos Alvarado;
·
“Compendio
de Zoología de los Cordados”, de Iván Morillo Villareal;
·
“Cultura
Popular” del antropólogo Omar Skola;
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