sábado, 11 de julio de 2015

La Cultura





LA CULTURA   
 

La visión de cultura atraviesa un largo periplo histórico de confrontaciones entre una visión materialista y otra idealista, hasta ascender dialéctica, históricamente, aprehendiendo el carácter de clases que las sociedades adquieren luego del surgimiento y desarrollo de la propiedad privada tras el período de la comunidad primitiva, a la concepción científica de cultura, resultado de la conciencia que la sociedad humana adquiere en base de las transformaciones de la cultura material realizadas por el hombre como ser social durante el proceso de hacer producir a la naturaleza; proceso que, a la vez que provoca cambios en la naturaleza, es recogido por los sentidos de los seres humanos y procesado por sus cerebros, reflejando esas transformaciones de la naturaleza, en beneficio de la especie humana, que conduce a la formación de las ideas. Estas ideas se desarrollan y perfeccionan a través del proceso histórico de desarrollo y transformaciones revolucionarias de la sociedad en el tiempo hasta transformarse en un producto mental, espiritual, extraordinario: Los descubrimientos de las leyes que mueven la naturaleza, el universo, las sociedades humanas. Esta acumulación de ideas, inicialmente empíricas, que intentan explicar el movimiento de la naturaleza, del universo, generan la idea de la existencia de poderes sobrenaturales que gobiernan el mundo: Los dioses. A través del desarrollo de las ideas científicas se encuentran las leyes generales y particulares del movimiento de la materia que conducen a la conclusión de la eternidad del movimiento del universo, de las diversas formas del movimiento de la materia. El desarrollo del pensamiento es la cultura espiritual que brota sobre la base de las transformaciones materiales de la naturaleza y la sociedad, de la cultura material.
La cultura espiritual y la material interactúan una sobre otra recíprocamente. El estudio sistemático de este proceso ha sido denominado “Cultura del Pensamiento” -según Jasimzhanov y Kelbuganov-, aportantes teóricos al estudio del desarrollo del pensamiento. 

LA FORMACION DEL HOMBRE

La cultura se inicia con la formación del hombre que deja atrás y supera al homínido*. El desarrollo del cerebro humano produce ideas emanadas del trabajo humano, fruto del trabajo de sus manos como herramientas, del lenguaje articulado que en ese curso se forja, durante el cual el hombre, socialmente organizado, transforma la naturaleza, para que ésta le proporcione alimentos, vestido, vivienda, etcétera, para la preservación de su especie, dominándola progresivamente, inicialmente  haciendo uso de ella en función de proteger a la más alta especie animal brotada de la naturaleza: El hombre. Durante el desarrollo de las sociedades clasistas y particularmente durante el capitalismo y el imperialismo, el afán de acumulación de riquezas provoca su contrario: La naturaleza es devastada, destruida, atentando contra ella y contra la vida y supervivencia del ser humano que es la expresión más desarrollada de la naturaleza.
<Con el hombre empieza la historia>, destaca Engels: Esta historia durante los estadios inferior, medio y superior de la barbarie, dejan atrás el salvajismo  y se desarrollan al nivel del estadio de la civilización; dan un salto en el desarrollo cultural: El dominio de la producción sobre la tierra, la forja de avanzados instrumentos de producción y de comunicación, los inicios del arte en el labrado de metales y en la arquitectura, así como en la literatura al crear la mitología, período durante el cual va surgiendo la sociedad esclavista como se refleja en los cantos homéricos de “La Ilíada” y “La Odisea”.

LA SOCIEDAD ESCLAVISTA

Durante el período esclavista, el desarrollo de la cultura material y espiritual da un salto: Los instrumentos de producción creados, puestos en práctica en la producción a través de los agricultores y artesanos, al incrementar la producción, crean más riqueza material. Una minoría de seres humanos entre los cuales destaca el mercader se va apropiando progresivamente de estos excedentes de la riqueza producida socialmente por la mayoría trabajadora en la sociedad humana. Para engrosar dichas riquezas, la nueva aristocracia de la riqueza se lanza a la guerra para apropiarse de territorios y de seres humanos que convierte en sus esclavos. El contingente de esclavos se engrosa a través de nuevas guerras de apropiación de nuevos territorios. Los triunfadores de esas guerras de expropiación de territorios y de seres humanos incrementan el número de sus esclavos con los  prisioneros de guerra a través de cuyo trabajo acumulan más riquezas.
Para legalizar este sistema de explotación y opresión, surge el Estado de clases, con sus leyes, su educación, religiones y artes, que adquiere un carácter clasista y es sostenido por el ejército imperial; esta es la sociedad opresora esclavista. Sus clases fundamentales son los amos y los esclavos.
La clase de los esclavos, acumulando energías culturales, desarrollando, en forma espontánea y consciente su cultura como pueblo oprimido, se alza, como ocurre en Roma durante “la tercera guerra de los esclavos, conducida por Espartaco, 80 años antes de nuestra era”*, quienes casi llegan a destruir el imperio esclavista romano; la cultura de los esclavos, alzándose una y otra vez, provoca la destrucción de la sociedad esclavista.

LA SOCIEDAD FEUDAL

Surge la sociedad feudal que es una sociedad distinta de la anterior pero signada igualmente por la explotación y opresión sobre la nueva clase surgida de la sociedad feudal: los siervos, quienes ahora pasan a ser explotados y oprimidos por los “señores feudales”, dueños de la tierra: Los monarcas latifundistas de “cabezas coronadas” quienes dicen ser “representantes de dios” y cuentan con una institución que bendice “a nombre de los cielos”  la explotación y opresión sobre los siervos: La Iglesia Católica.
Durante la Edad Media, los siglos XV, XVI y XVII particularmente, ya echado abajo el régimen esclavista; durante la consolidación y decadencia del período feudal de dominio de las monarquías latifundistas y de la Iglesia Católica, se produce un batintín durante el auge de los descubrimientos científicos que se expresa en el desarrollo de las ciencias y de las artes. Una expresión de este período, destacado por Engels, se produce en Florencia: El “Renacimiento”.

DESCUBRIMIENTO Y DESARROLLO DE LAS CIENCIAS Y DE LAS ARTES 

Este es el batintín de una revolución que se cuece en los pies, en la base de la sociedad feudal con el desarrollo de la manufactura y especialmente de la industria, que, recogiendo los aportes de los griegos en filosofía y de los árabes en las ciencias, desarrolla las artes y la investigación de la naturaleza*. Se produce un salto en la creatividad artística como reflejo de esa circunstancia que conducirá a la revolución burguesa: la arquitectura, la pintura, la escultura, la literatura, el gravado, la poética, la danza, irán de la mano del desarrollo de la ciencia militar y de los descubrimientos en la física, la mecánica, las matemáticas, la astronomía, la biología, etcétera: Los hombres que se colocan al frente de esta revolución en las ciencias y las artes vivían “En una época -escribe Engels- “Que requería titanes y forjó titanes”: Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Durero, Maquiavelo, Lutero, “eran todo, menos gente burguesamente limitada”. Esta corriente revolucionaria en las artes y las ciencias enfrenta la represión y crímenes que a nombre de la “fe”, de las creencias idealistas, místicas, creadas para defender el decadente sistema feudal, llevan a cabo a través de la Inquisición, la Iglesia Católica y también la Iglesia Protestante.

LA REVOLUCION BURGUESA

La burguesía, apoyándose en las masas campesinas, de artesanos y trabajadores urbanos, utilizando sus energías, los elementos culturales del rechazo y odio de los siervos de la gleba a la dominación feudal, el repudio al boato y la opresión de la monarquía; su cultura espontánea como pueblos oprimidos, apoya la visión y la praxis avanzada de la nueva clase, la burguesía, representada por una nueva teoría: La de la “Ilustración” burguesa difundida por los enciclopedistas inmersos en el auge de los descubrimientos científicos, del desarrollo de las artes, de la pedagogía burguesa, de la estética materialista, quienes, impulsando la filosofía materialista mecanicista, apoyándose en las masas populares, echan abajo el sistema feudal monárquico e instauran el sistema capitalista dando un salto en el desarrollo de las culturas material y espiritual: El ejemplo clásico de la Revolución burguesa se produce en Francia en 1789.

CONTRADICCIÓN ENTRE LA REVOLUCION EN LAS CIENCIAS Y LA VISION DE LA INMUTABILIDAD DE LA NATURALEZA

A mediados y finales del siglo XVIII, siglo del materialismo mecanicista: A pesar de que los descubrimientos científicos demostraban que la materia está en permanente movimiento, sin embargo, destaca Engels, en el terreno de la naturaleza y del universo, el pensamiento se encuentra estancado, cargado de teología, pues, la visión que impera es la de la “inmutabilidad de la naturaleza”*, es decir, una visión filosófica carente de movimiento, metafísica, que, cuando brota la pregunta acerca del “origen” (¡sic!) de la naturaleza y del universo, la respuesta inmediata es la de “la creación”; Federico Engels destaca, que, quien rompe con esta visión anticientífica de la inmutabilidad del movimiento del Universo es Kant *.

LA FORJA DE LA FILOSOFIA MARXISTA

Durante este período en que la burguesía realiza su revolución, y se producen los cambios científicos que redundan en la cultura general de una sociedad y robustecen el desarrollo de las artes y las literaturas, aquella concepción de inmutabilidad del universo y la naturaleza, en lo fundamental y pese a los sustanciales aportes de Kant, se mantuvo. Es cuando se produce un fenómeno que rompe todos los esquemas hasta entonces predominantes del pensamiento: Desde la misma Francia de la revolución burguesa brota el pensamiento socialista utópico y en Inglaterra se desarrolla la economía política.
Particularmente en Alemania, dentro de la filosofía, se destapa un torbellino de ideas que revolucionan el pensamiento filosófico e inciden en la concepción dominante de la inmutabilidad del universo y de la naturaleza: Los jóvenes hegelianos de izquierda, Marx y Engels, motivados por el descubrimiento de la dialéctica hegeliana, a pesar de su corteza idealista; y luego, por la profunda visión materialista de Feuerbach, aunque aún ésta con vestigios religiosos, idealistas; profundizando en sus aspectos revolucionarios, estudiándola y desarrollándola, dan un salto y descubren el materialismo dialéctico.
Esta visión filosófica científica materialista deja atrás la concepción de la inmutabilidad de la naturaleza y del universo y provoca un salto en la transformación del pensamiento humano, de la cultura espiritual dentro de la sociedad. Esta nueva concepción filosófico-científica: La dialéctica materialista, concluye que el movimiento del universo es eterno; que la naturaleza se halla en un proceso de permanente transformación y cambio.
Con esta aprehensión filosófica, la cultura espiritual forjada durante miles de años, durante los cuales se han desarrollado las culturas material y espiritual de la sociedad humana,  alcanza una visión científica de cultura: Filosofía que, a diferencia de todo el acumulado filosófico construido desde la antigüedad griega, cuya esencia es la pugna entre idealismo y materialismo, se plantea no solo observar e interpretar el mundo, la naturaleza, la sociedad, sino transformarlos.


EL MANIFIESTO COMUNISTA

Sobre la base de haber construido los pilares de la ciencia revolucionaria, con la filosofía, esta concepción científica filosófica penetra en el examen del desarrollo de las sociedades: Marx y Engels  construyen el pensamiento científico para el desarrollo de las sociedades: El materialismo histórico. Y más aún, al investigar los fenómenos de la economía capitalista, Marx, principalmente, y alternativamente Engels, descubren las causas del desarrollo económico injusto, explotador, de la sociedad capitalista que se incuba en la “plusvalía”. Estas bases científicas de un pensamiento nuevo, revolucionario, cimentan la construcción de una cultura nueva: La cultura científica del proletariado.
Los comunistas con Marx y Engels a la cabeza, lanzan al mundo capitalista el llamamiento al proletariado y a los pueblos de la tierra a echar abajo el capitalismo por ser un sistema explotador y opresor de la clase obrera, sosteniendo científicamente que esta clase social oprimida, junto al campesinado y los pueblos, harán saltar en base de sus propias fuerzas y por medio de la fuerza, de la violencia, de la revolución social, al sistema capitalista: ¡Proletarios de todos los países, uníos! es el llamamiento que genera de parte de la burguesía el odio y la persecución a la teoría científica marxista, a la cultura del proletariado, y desde luego, a Marx y Engels, precisamente cuando la teoría del marxismo se expande entre los trabajadores y pueblos del mundo, dirigida por las primeras organizaciones comunistas que se agrupan y organizan en torno de la teoría, de la ideología del proletariado, para empujar la política revolucionaria constituyéndose en los representantes de la cultura científica más avanzada de la humanidad, que funde teoría con praxis y muestra a una intelectualidad, la proletaria, cohesionada, organizada, que convoca a echar abajo el sistema capitalista a través del “pueblo en armas”, como resume Marx.

LA REVOLUCION PROLETARIA

Tras la construcción del marxismo como ciencia, la burguesía echa a rodar el Fantasma del Comunismo, sin embargo en Francia, en medio de una aguda crisis del capitalismo y aprovechándola, se instaura La Comuna de Paris, “el Asalto del Cielo”: La primera asonada práctica de la ideología y la política proletarias.
Temporalmente derrotada por la burguesía, la Comuna de París, trinchera desde donde el artista del proletariado y diputado a la Comuna, Eugenio Pottier, crea la canción de la “Internacional Comunista”, deja lecciones imborrables.
A inicios de la primera década del siglo XX, durante y a finales de la Primera Guerra Mundial, sobre la base del enriquecimiento del marxismo, que lidera e impulsa Lenin, se produce la Primera Revolución Proletaria victoriosa en el mundo: la Revolución Socialista de Octubre, en la Rusia Zarista, bajo la dirección del Partido Comunista (b) dirigido por Lenin y Stalin; la teoría del marxismo se eleva a nivel del marxismo-leninismo; y la cultura proletaria, planteada como una perspectiva, se hace realidad en la construcción del primer país socialista del mundo a pesar de que se lleva a cabo, contra éste, una guerra imperialista para echar abajo el nuevo sistema social; guerra imperialista en la que triunfa el proletariado en el Poder, el Ejército Rojo y el batallar del proletariado y los pueblos de la URSS dirigidos por su partido revolucionario, el partido comunista.

LA SOCIEDAD SOCIALISTA

La cultura científica se hace realidad, ahora, como cultura dominante en todos los terrenos: En la cultura material levantando una agricultura basada en la cooperativización de la tierra, para los campesinos que la trabajan, y en la estatización de la tierra, también para el campesinado trabajador, producción agrícola y ganadera que nutre, que es fundamental para el desarrollo de la industria estatal socialista liviana, mediana y pesada.
Eliminada la clase social parásita, antes propietaria de la tierra, las fábricas, el comercio y los bancos, quienes se enriquecían a costa de extraerle plusvalía a la clase obrera, al campesinado y a los pueblos; al crearse una base económica socialista, se generan las condiciones para cambiar la sociedad, antes capitalista; se crea la sociedad socialista en la que se asienta la nueva cultura espiritual socialista, colectiva y solidaria, opuesta a la explotación capitalista y al individualismo, que, al desarrollarse se convierte en poderosa fuerza material ejercida por el proletariado y los pueblos; bases para el desarrollo de la cultura material y espiritual de la patria socialista. Este último: El desarrollo de la cultura espiritual se expresa en un inusitado avance de las ciencias, la técnica, la educación, los deportes, la literatura socialista, las artes populares; en el desarrollo de la cultura planificada socialista, confirmando que es ésta la expresión más avanzada de la concepción científica de cultura, basada en la destrucción del viejo mundo capitalista y su aparato estatal burgués, construido para explotar y oprimir a los pueblos, y en la construcción del nuevo aparato estatal del proletariado, en el ejercicio del Poder Popular, de la dictadura del proletariado, sostenida por el ejército popular y el pueblo armado, para preservar el desarrollo de la nueva cultura socialista, de la vida nueva.
Es falso lo que pregona el postmodernismo, de que, al luchar por la liberación de la opresión de clases, los comunistas dejan de lado las particularidades étnicas, locales, regionales, de los pueblos, ni los aspectos culturales, artísticos y literarios que emanan de las culturas de los pueblos. Durante el socialismo, en ese auténtico escenario de libertad social, es posible impulsar una auténtica interculturalidad y todas las expresiones populares provenientes de los pueblos. Lo contrario ocurre con la propuesta demagógica del capitalismo, que, al hablar de “interculturalidad” fomenta la única posible en su sistema: Someter a los trabajadores y a los pueblos a la cultura dominante capitalista.      

LA IDENTIDAD: FENOMENO ABORDADO POR LA FILOSOFIA MARXISTA

Durante la construcción del socialismo en la URSS, el partido comunista basándose en la teoría científica del marxismo-leninismo impulsa entre la clase obrera y los pueblos el estudio de las ciencias y de la tecnología para el desarrollo multilateral del socialismo; durante este extraordinario período histórico se determina que la identidad es una categoría filosófica transitoria dentro de la lucha de contrarios; que, en el interior de cada elemento material existe y caracteriza el movimiento de todos los fenómenos, materiales y espirituales; de estos últimos como reflejo del movimiento material y eterno del universo, de las transformaciones inorgánicas y orgánicas de la materia y de la sociedad humana en sus diversos estadios de desarrollo social y cultural.
La identidad se encuentra en la materia inorgánica y orgánica, tal lo puntualizan, M. Rosental y P. Yudin, en su conocido diccionario filosófico: <La identidad es la categoría que expresa la igualdad, lo idéntico del objeto, del fenómeno a sí mismo. La lógica formal entiende la identidad de una manera abstracta, según el “principio”: A=A. Pero en la Naturaleza no existe tal identidad muerta e inmóvil. “El vegetal, el animal, cada célula, en cada instante de su vida son idénticos así mismos y al mismo tiempo difieren de sí mismos debido a la asimilación y desasimilación de materias, debido a la respiración, formación y extinción de las células…. (Engels) El materialismo dialéctico reconoce la identidad concreta, es decir, una identidad del objeto consigo mismo que no excluye los cambios del objeto, las contradicciones que en él existen. Cada cosa se halla en diversas relaciones, a veces contradictorias, con las otras cosas y, por consiguiente, no es una identidad muerta, igual siempre a la misma, sino que es lo que es, y es otra cosa. No obstante los cambios cuantitativos que constantemente experimenta cualquier fenómeno de la naturaleza, dicho fenómeno, durante cierto limitado tiempo, sigue siendo lo que es, sin sufrir cambios cualitativos, sin transformarse en una nueva cualidad. Así por ejemplo, la roca sigue siendo roca, no obstante el proceso de erosión y desmoronamiento al que constantemente está sujeta. Esta propiedad objetiva de las cosas de ser idénticas a sí mismas, de contener en si una contradicción interna, de hallarse en proceso de desarrollo, de mutación, expresa también la categoría de identidad concreta, dialéctica. Toda identidad del objeto es temporal, relativa, pasajera; solo el movimiento, la mutación, de los objetos es absoluto y permanente>      
Veamos que ocurre con cuatro elementos químicos de la Tabla de Mendelejev: Calcio: (Ca); Cloro: (Cl); Hidrógeno: (H); Oxígeno: (O), los cuales están en permanente cambio; cada elemento tiene su propia identidad, la cual es transitoria, en cuanto se transforma en otro elemento por diversas causas, por ejemplo: La mezcla, o fusión, de elementos químicos: El hidrógeno (H) tiene su propia identidad que lo diferencia del oxígeno (O); cuando se mezclan, esa identidad, transitoria, da paso a una nueva identidad: La del agua (H20); la identidad del Calcio (Ca), es el calcio (sic!), cuando se unen el Calcio (Ca) con el Cloro (Cl), se forma el Cloruro de Sodio, la sal, una nueva identidad del mundo inorgánico.

LA IDENTIDAD EN EL MUNDO ANIMAL

Lo propio ocurre en el mundo animal y vegetal: Hay identidad entre animales de la misma especie, que se han ido transformando durante millones de años. Veamos un ejemplo dentro del reino animal: <Entre los “cordados”… Hay varias líneas…que sugieren que al principio del período cámbrico, hace aproximadamente 570 millones de años, aparecieron los primeros cordados auténticos, evolucionados a partir de un antiguo hemicordado o un antecesor común de ambos, los cuales se clasifican en diversas familias: enumeremos algunas: clase Anfibios, clase Reptilia, Clase Aves, Clase Mammalia*.> Lo cual significa que los anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos, siendo diferentes, teniendo identidades como familias de cordados, provienen de un tronco común, que es el hemicordado; dentro de cada una de dichas familias, que tienen identidad como tales: mamíferos, reptiles, aves, etcétera, hay identidades propias dentro de cada familia*.

CULTURAS E IDENTIDADES EN LA SOCIEDAD HUMANA

En las sociedades humanas ocurre algo similar, pero más complejo, pues, el hombre al actuar socialmente genera no solo producción de alimentos, vestido y/u otros productos provenientes de la naturaleza, particularmente variados instrumentos de producción, que, siendo cambios materiales, a la vez producen cambios en la mente, en la cultura espiritual de la sociedad que distingue las identidades del mundo animal, de las identidades de la sociedad humana, pues lo que caracteriza el desarrollo del ser humano en su relación con la naturaleza es que el hombre no hace uso de la naturaleza, sino que ejerce progresivamente dominio sobre ella en beneficio de la sociedad humana: De este modo se van conformando la cultura espiritual de las sociedades humanas progresivamente, por ejemplo: Durante el período tribal a cada tribu le corresponde su propia identidad cultural, su sentido de pertenencia a dicha tribu; el fenómeno es más complejo en las sociedades de clase, pero igualmente dentro de ellas, al examinar sus culturas, dentro de la estratificación de clases, brotan de ellas identidades culturales.

CULTURA MATERIAL Y CULTURA ESPIRITUAL

Al examinar el desarrollo de las sociedades humanas debemos establecer una diferencia y al mismo tiempo una relación entre “cultura material” y “cultura espiritual”: A la producción material, fruto del trabajo humano sobre la naturaleza, se la denomina “cultura material”: Esta es la base para el desarrollo de las ideas, del intelecto humano.  Al desarrollo de las ideas, fruto del trabajo humano, productivo, se lo denomina “cultura espiritual”.

DESARROLLO A SALTOS DE LA CULTURA

La “cultura espiritual”, siendo producto de la “cultura material”, actúa sobre ésta imprimiéndole un mayor desarrollo, que, a su vez, contribuye al desarrollo de nuevas ideas que enriquecen la cultura espiritual. La cultura espiritual incide en la conciencia de la sociedad provocando profundos cambios políticos e ideológicos.

FUSION ENTRE CULTURA MATERIAL Y CULTURA ESPIRITUAL

La producción material, como hecho social, es el sustento de la cultura espiritual: Una es la cultura material y otra la espiritual, pero es decisivo, para no desviarnos del marxismo,  tener presente que, dentro de la producción material está presente, vital, íntimamente ligada, la producción espiritual: Es decir que, en la cultura material está viva, inmersa, estrechamente ligada a ella, y a la vez, diferenciándose de ella, la cultura espiritual.

SEPARACION ENTRE CULTURA MATERIAL Y CULTURA ESPIRITUAL

Cuando surgen las sociedades de clase, se produce una separación entre la cultura material y la espiritual, pues, las clases opresoras ocultan el papel que las clases trabajadoras juegan en la producción  de la riqueza material, en la economía de las sociedades opresoras clasistas.
Esta es la diferencia entre la concepción burguesa de la cultura, y la concepción proletaria de aquella: Para los comunistas es fundamental en la concepción de cultura, el trabajo humano sobre la tierra, las fábricas, la producción material. El trabajo productivo manual, como base y sustento de las ideas, de la cultura espiritual, en tanto la burguesía privilegia -y separa- el trabajo intelectual del manual; discrimina, declara inferior a la cultura material y establece, autoritariamente, desde el poder, que la cultura espiritual es superior a la cultura material con el propósito de ocultar el papel de los trabajadores en la producción y en la forja de nuevas ideas democráticas. Este es el rasgo fundamental de las sociedades dominadas por las clases explotadoras.

CULTURA POPULAR O CULTURA DE LOS OPRIMIDOS

Al ocultar el papel del trabajo como fuente de la cultura material y espiritual, las culturas dominantes: esclavista, feudal y burguesa, niegan el papel de los esclavos, los siervos y de los obreros, el papel de los pueblos explotados y oprimidos en la forja de su cultura popular, surgida del trabajo humano productivo, material, que se va forjando en ríos subterráneos, lo cual inicialmente se expresa en un cúmulo de ideas que se van forjando espontáneamente durante su vida dura y durante su lucha incesante y vigorosa contra las culturas dominantes esclavista, feudal y capitalista.
Al respecto cabe destacar la visión marxista- leninista de Pablo Miranda al respecto: “En la sociedad las ideas dominantes son las que pertenecen a las clases detentadoras del poder, la cultura nacional hace parte de la ideología, de las ideas y propuestas de las clases dominantes. En los Estados capitalistas esa cultura nacional es hoy en día, una cultura reaccionaria, decadente como es la sociedad burguesa; es una cultura prosternada al imperialismo que se desnacionaliza constantemente.
En el seno de esa cultura nacional existen valores espirituales que tienen carácter progresista, son las expresiones de la sociedad por el desarrollo, son las manifestaciones de la historia que registra acontecimientos heroicos y trascendentes en el proceso de la conformación histórica de la nación, son la expresión, en esa cultura dominante, de las ideas y propuestas de los de abajo. Más allá, en cada estado-nación existe una cultura oprimida, aquella que corresponde a las clases trabajadoras, a las clases oprimidas y dominadas; esa es una cultura en lo fundamental progresista, revolucionaria, nacional, aunque en ella estén presentes también aspectos, elementos atrasados, reaccionarios, que corresponden a la influencia de las clases dominantes y de sus ideas. En los Estados multinacionales existen además las culturas de las nacionalidades oprimidas, dominadas, que también, en lo fundamental, tienen carácter progresista.”.

EL POSTMODERNISMO METE EN EL MISMO SACO A LA CULTURA BURGUESA                    Y A LA CULTURA CIENTIFICA PROLETARIA

En las últimas décadas, sobre todo a raíz de la Caída del Muro de Berlín, el postmodernismo desempolvó y maquilló la categoría de la identidad, ubicándola como un supuesto hallazgo, como una novedad en la visión de las sociedades humanas, de parte de la burguesía, que, supuestamente, se refiere exclusivamente a un fenómeno social, derivado de la cultura espiritual, de “la diversidad de las culturas”, de la cual derivó la tesis reaccionaria postmodernista de que la visión cultural clasista, deja de lado la diversidad de culturas e identidades que de ellas se desprenden.
El postmodernismo, involucra en “la modernidad” tanto al imperialismo como al socialismo y al marxismo, lo cual es esclarecido por Oswaldo Palacios: <“Muy simplemente concluyen que el postmodernismo “ha dejado atrás a la modernidad”, entendida como el carácter imperialista del capitalismo, y que ahora el “establecimiento” ha devenido en una “sociedad civilizada”. En el posmodernismo, la existencia de las clases sociales, de la lucha de intereses de las mismas, de la explotación y la opresión, han sido también “superadas” y el marxismo como doctrina del pensamiento ha sido superado ampliamente por las nuevas condiciones en que se desenvuelve el mundo, la sociedad actual.>
Con esta visión “identitaria”, el postmodernismo pasó a examinar las sociedades de la postmodernidad, a la luz de la visión de “las identidades” y de “las culturas”, desclasándolas de manera vertical, autoritaria, idealista y metafísica, en sociedades en donde no existen, supuestamente, las clases sociales, la lucha de clases, y menos, la perspectiva del socialismo.
Ahora solo restaba volcar la visión a las sociedades de la postmodernidad, del “bienestar general”, donde había que examinar las particularidades de los “grupos sociales” desde la óptica de las identidades: étnicas, regionales, de género, de “preferencias sexuales”, visión que se opone tajantemente a la visión cultural clasista, con la cual se pierde de vista la perspectiva de la reanudación de las revoluciones proletarias y la reinstauración, vía de la revolución social, del Poder Popular y del socialismo.

LA BANCARROTA NEOLIBERAL Y LA CRISIS DEL CAPITALISMO GOLPEA LAS TESIS POSTMODERNISTAS

Más, los hechos golpearon como una piedra que rompe el cristal de un gran rascacielos donde se efectúan operaciones especulativas: La crisis real, general y las crisis cíclicas que acosan a la sociedad capitalista, han ido echando abajo las tesis postmodernistas, que, desde luego siguen pululando y haciendo estragos entre los pueblos; la crisis, ya golpeada por el fracaso del neoliberalismo y la caída de algunos gobiernos, especialmente en América Latina, se han venido acentuando, probando, por los hechos irrefutables de algunas crisis como la de México, la de Rusia, la de “los tigres asiáticos”, y particularmente por la reciente crisis cíclica en la que está envuelto el mundo capitalista, que tiene como eje al imperialismo norteamericano, en función de los cuales, la visión postmodernista ha venido sufriendo un golpe tras otro.
Sin embargo, ello no ha significado que sus tesis antimarxistas, que sus visiones “culturales” no sigan siendo utilizadas, particularmente en el “trabajo de campo” que realizan en forma proliferante los agentes de las ONGs, los “antropólogos” “especialistas en “culturas”, los organismos estatales dedicados a “las culturas y las artes” en las comunidades campesinas y urbanas a través de los cuales se empuja una ofensiva “cultural” contra la visión clasista de la cultura y se empuja la división de los pueblos a través de la visión de las culturas e identidades étnicas, regionales, etcétera.

LA OFENSIVA POSTMODERNISTA DESVIA A LOS PUEBLOS DE LA REVOLUCION SOCIALISTA

Las tesis postmodernistas tienen un eje conocido: “es el fin de la historia” y “el fin de las ideologías”, que es la negación de la cultura científica del proletariado y la afirmación, anti histórica y metafísica, de que en el capitalismo termina el desarrollo de las sociedades humanas: Ese “metarelato*” de las comunidades primitivas, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo”, dicen: <Es un “discurso antediluviano: Por diversas vías, el postmodernismo ha atacado la cultura científica marxista-leninista. En un intento del resumen de esta ofensiva anticientífica, anticomunista, podría intentar recrear sus tergiversaciones en una especie de síntesis que sería: “Si el socialismo ha demostrado que es un fracaso anti histórico, una falsedad -reiterarían los postmodernistas-, todas aquellas aseveraciones de una supuesta “cultura científica” es otra falsedad. Mirar las sociedades desde la óptica de clases, es una perogrullada inventada por el “caduco discurso de los comunistas” que “no tiene ninguna perspectiva histórica”>. Naturalmente, la ofensiva postmodernista no se reduce a este intento de simplificar sus ideas que son voluminosas, pero su esencia es esa, por medio de la cuya concepción imperialista, agresiva y anticientífica de cultura, se proponen subordinar las culturas e identidades de los pueblos de los países dependientes, a la cultura imperialista de manera hegemónica, bajo el manto operativo de la llamada “globalización”, deformando, vulnerando sus orígenes populares y en consecuencia, arrasando con las culturas nacionales, de nacionalidades y etnias, e identidades desprendidas de esas culturas.

EL NACIONALISMO BURGUES EN ALGUNOS PAISES DE AMERICA LATINA GENERA UNA CULTURA DE RESISTENCIA A LA CULTURA DE LA GLOBALIZACION Y PROMUEVE LAS CULTURAS E IDENTIDADES NACIONALES, DE LAS NACIONALIDADES Y ETNIAS

Dada la agudización de la crisis del sistema capitalista que se va expresando en la crisis general y en diversos estallidos que la azotan en uno y otro país; esta crisis del sistema capitalista se expresa en América Latina en el fracaso del neoliberalismo, de la política de privatizaciones, a través de las cuales el imperialismo se proponía explotar y oprimir, más, a los pueblos de los países dependientes.
“Frente a la globalización -destaca Pablo Miranda- como una reacción inmediata se está produciendo, en determinados países y pueblos una exacerbación del nacionalismo burgués, estallan confrontaciones de carácter nacional, étnico- cultural y religioso, que hacen parte del proceso de transición”
Surge y se desarrolla una tendencia de cambio, que, apoyada en la lucha de los trabajadores, los pueblos, la juventud, va echando abajo los regímenes neoliberales, privatizadores que actuaban bajo la cobertura de la “democracia representativa” que legalizaba su corrupción y entrega de la soberanía.
“Estos hechos incontestables evidencian importantes cambios en la correlación de fuerzas. Expresan que los Estados Unidos no tiene la capacidad de antes para manipular a su antojo a todos los gobiernos. Significan para los pueblos y los trabajadores de otros países un referente, la demostración de que es posible triunfar en los procesos electorales y abrir un nuevo camino para la solución de los problemas que nos aquejan”, señala Miranda.
“Para nosotros está claro -agrega Pablo Miranda- que en ninguno de esos países en los que se eligieron presidentes antinorteamericanos se ha producido el ascenso al poder de los trabajadores y los pueblos”…Esto quiere decir que no se ha producido la revolución social”.
En este escenario, desde las esferas de dichos gobiernos, se expone que, dejando atrás al capitalismo, se ha instaurado un “socialismo” sui géneris: el “socialismo del siglo XXI”, el cual, pese a estos cambios democráticos y patrióticos operados, no afecta la estructura del sistema capitalista que, en lo fundamental, en su estructura económica y su sistema social, se mantiene vigente; sus propulsores aclaran que “el socialismo del siglo XX fracasó”; agregan a esta visión “cultural” su oposición al principio científico de la lucha de clases.

EL POSTMODERNISMO EMPATA CON EL DESARROLLISMO Y EL REFORMISMO EN    “LA CULTURA”

En las esferas de “La Cultura” se ratifican y desarrollan estas visiones y conceptos culturales: Al mismo tiempo que se mantiene un discurso anti neoliberal, que se adoptan, ciertamente, medidas que vulneran la política hegemónica, globalizadora del imperialismo, opuesta a los diversos planes “Santa Fe”, propiciados por el imperialismo; que se defiende la cultura nacional, la identidad nacional, las culturas e identidades de las nacionalidades y las etnias, las de “género”, de “preferencias sexuales”, etcétera; de otra parte, progresivamente, se desarrolla un discurso que, abiertamente declara ante la sociedad capitalista que “no hay “lucha de clases”, por tanto, no reconoce la existencia de las clases sociales, ni la visión clasista, científica, de la cultura, ni la perspectiva revolucionaria de la conquista del poder popular a través de la revolución, ni de la construcción de la sociedad socialista.
Estas justas tesis, igual que lo hace el postmodernismo, son estigmatizadas; el discurso, mientras en la forma ataca al “capitalismo”, lo cual, de una parte es bueno; de otra parte, como ocurre y de manera abierta en Venezuela, o sesgadamente, como en Ecuador, demarca claramente sus diferencias con el “socialismo dogmático y ortodoxo”, ya fracasado, del siglo XX”, todo lo cual, en estos aspectos, identifica a esta propuesta “cultural”, desarrollista y reformista, de manera pragmática y aún dentro de sus diferencias, con los  postulados teóricos y los objetivos políticos e ideológicos del postmodernismo.

LA PROPUESTA CULTURAL DESARROLLISTA Y REFORMISTA NIEGA LA VISION CLASISTA DE LA CULTURA

La propuesta cultural de la “revolución ciudadana”, del “socialismo del siglo XXI” se concreta en la propuesta cultural: “Libres, Iguales y Diversos”, tesis reformista que mimetiza y niega la existencia de las clases sociales y de la lucha de clases. La visión científica cultural clasista
Estos “nuevos tiempos”, requieren para el “socialismo del siglo XXI”, una “revolución ciudadana” sin confrontaciones, “sin lucha de clases”, dentro de la cual se logre “la libertad”,  se elimine la “desigualdad”, a través no de “la exclusión”, sino de “la inclusión” de las “culturas étnicas”, de las “identidades”, a las cuales se las reconoce como única forma de expresión de “lo popular”, pues, “provienen de los pueblos”.
Estos planteamientos “identitarios” son reforzados por “antropólogos” como Omar Skola, quien sostiene que “lo popular” hay que encontrarlo en las culturas:  <Etno-históricas,(por ejemplo cuando se habla de los pueblos quichua, shuar, mestizo  del Ecuador) regionales,(por ejemplo cultura popular de la costa ) locales, (ámbitos cotidianos) rurales (p/ej´ el arte de los campesinos), urbana (la dinámica en los mercados populares) globales (por ejemplo el movimiento antiglobalización en Génova). Perspectiva de clase socioeconómica (las representaciones y manifestaciones subalternas y de intelectuales adscritos a ellas>.

LO POPULAR, SEGUN ESTA VISION CULTURAL NO CLASISTA, SON LAS CULTURAS ETNICAS Y REGIONALES Y LA DE “LAS CLASES SUBALTERNAS”

El “antropólogo” Skola, reconoce a “lo popular” en las culturas “etno-históricas”, regionales, locales, rurales, urbanas, globales y aquellas que están en la “perspectiva de clase socioeconómica”, estas últimas, relegadas, en segundo plano.
En esta visión antropológica-cultural no aparecen con claridad las clases sociales, lo que significa que estamos ante una visión postmodernista, que niega, o mimetiza, la existencia de las clases sociales y la lucha de clases.
Aunque, relegadas, se habla de “las manifestaciones y representaciones subalternas y de intelectuales adscritos a ellas”; podría colegirse, que, detrás de este lenguaje “antropológico” se habla de ¡las clases sociales!, dado que, como premisa, se habla de “las perspectivas de clase socioeconómicas”, o sea, se habla de una estratificación económica de clases.
Al darle a éstas, la connotación de “manifestaciones subalternas”, por lógica podríamos concluir que, aunque escondiendo sus propósitos de privilegiar las culturas étnicas, y mimetizar a las clases sociales, el “antropólogo” Skola se refiere a las clases sociales explotadas y oprimidas por el capitalismo.
En todo caso las clases sociales explotadas, que son el motor del cambio social revolucionario, no  son consideradas, claramente, en este análisis; la visión científica, clasista, de la cultura, es colocada marginalmente por  Omar Skola, lo que nos ubica en su particular visión antropológica de “lo popular”, que no es suya, que corresponde al postmodernismo, y que se refiere al Ecuador de hoy.
Esto confirma que, pese a las diferencias entre la “globalización” y el “socialismo del siglo XXI”, hay una coincidencia: La visión “cultural” postmodernista, y la “antropológica reformista”, coinciden en que en nuestro país no existen las clases sociales, ni la lucha de clases.

LAS CLASES Y LA LUCHA DE CLASES EXISTEN AL MARGEN DE QUE LA VISION POSTMODERNISTA Y REFORMISTA LAS NIEGUEN Y/O MIMETICEN 

Esta visión no clasista de “lo popular” es una muestra de la visión por la cual se disemina en el Ecuador, a los trabajadores y a los pueblos, en múltiples “culturas”: étnicas, locales, regionales, rurales y urbanas; en realidad, todas estas expresiones culturales existen, pero se resumen en culturas e identidades étnicas.
Por más que Skola no las mencione, la realidad del Ecuador –de América Latina y del mundo capitalista-, es que dentro de nuestro país existen clases sociales explotadoras y clases sociales explotadas, imbricadas, formando parte de las clases sociales explotadas y oprimidas, de los trabajadores, campesinos, de la pequeño burguesía, signándoles a las clases sociales elementos culturales étnicos, o culturales étnica, de los pueblos mestizo, indígenas y negro.
Esta visión postmoderna pretende restringir “lo popular”, exclusivamente a “lo étnico” para hacer perder la perspectiva histórica del proletariado, como clase dirigente de la revolución, que, junto al campesinado y a los pueblos del Ecuador, bajo la dirección del partido comunista, impulsará la tarea de unir, de liderar los combates por la emancipación social, por la revolución, la conquista del Poder Popular y la construcción del socialismo; tarea ésta, en la que están imbricadas, de modo natural, las culturas e identidades de los pueblos mestizo, indígenas y negro, entrelazadas en las clases sociales explotadas y oprimidas del Ecuador.

LAS CULTURAS ETNICAS, REGIONALES, URBANAS, RURALES, ESTÁN IMBRICADAS NATURALMENTE A LAS CLASES SOCIALES EXPLOTADAS

Las clases revolucionarias y las etnias, son una trenza: Están juntas en las fábricas donde los obreros son mestizos, mulatos, negros, cholos, etcétera, y lo que importa es que son trabajadores que luchan contra el capitalismo, contra la clase de los patronos; cosa similar ocurre en el campo: la mayoría del pueblo indígena son campesinos pobres y medios; o la mayoría de mestizos, -connotados como ”cholos”, “zambos”, montubios”, por sus identidades, aunque todas ellas forman parte del pueblo mestizo-, son campesinos pobres y medios; o los pueblos mestizo, indígenas y negro, forman parte de la pequeño burguesía y/o de otras clases y capas sociales explotadas.
Esta errónea visión de las “culturas étnicas”, que las separa de las “manifestaciones y representaciones subalternas”, se ratifica cuando aborda el tema de la “cultura nacional”.

LA CULTURA NACIONAL

<En  América Latina la “cultura nacional”- escribe Skola- fue y va de la mano de la educación formal, los medios de comunicación de masas para la aculturación, integración, asimilación o simple masificación, fundados generalmente en el desarrollo capitalista, (también hubo “control cultural” en los países socialistas). Donde la cultura de etnias oprimidas, y hasta de las mismas clases subalternas, son excluidas hasta en la misma “sociedad nacional”.>
Este es un planteamiento reformista: A partir de algunos elementos que muestran como ejerce su papel la cultura dominante en el capitalismo, concluye en que la “cultura nacional”,  excluye a “la cultura de las etnias oprimidas” y a la de “las manifestaciones  subalternas”, término en boga dentro del lenguaje de la cultura no clasista, que mimetiza una idea reformista muy profunda: Aquí no se trata de hacer una revolución social verdadera que enfrente la dominación cultural burguesa e imperialista que se ejerce a través de “las cárceles, elementos armados y otros elementos”, como señala Lenin, haciendo uso del derecho a la violencia revolucionaria de parte de los trabajadores y los pueblos, alzados para conquistar su liberación, sino de “mejorar al capitalismo”, “hacerlo solidario”, lograr que asimile las “culturas populares” a este “socialismo del siglo XXI”, de allí que el señalamiento de la “exclusión”, plantea como alternativa la “inclusión”, en el sistema capitalista, de las “culturas étnicas” y de “las manifestaciones y expresiones subalternas”.
En el planteamiento de Skola de las características de la “cultura nacional” desaparecen, o se mimetizan, las clases sociales y la lucha de clases, por tanto no corresponde a una visión científica de la “cultura nacional”.
“Nosotros, afirmamos enfáticamente, que el proceso histórico, las vicisitudes de los pueblos del Ecuador y de manera particular del pueblo mestizo, decantaron la exclusividad de la cultura española, la imbricaron en una nueva cultura, la cultura ecuatoriana”, destaca Pablo Miranda.
La concepción proletaria de “cultura nacional” ubica a ésta como un fenómeno histórico social, en movimiento, que se va estructurando a lo largo de la historia de cada país, y se desarrolla fundamentalmente durante la etapa del  desarrollo capitalista; culturas nacionales que existen actualmente en los países de América Latina, que, a pesar de la dependencia, en diverso grado, del imperialismo norteamericano, se encuentran en un período de desarrollo capitalista, como modo de producción y de relaciones sociales de clase burguesas, dominantes; en cuyo interior, se fermenta y desarrolla una intensa lucha de clases; una confrontación antagónica entre la cultura dominante, burguesa, ligada con el imperialismo, y la cultura de los de abajo, de los trabajadores y pueblos oprimidos.
<En los diversos países capitalistas la nación está dividida en clases antagónicas, -señala Pablo Miranda- la burguesía y el proletariado; en los países dependientes, la nación, la sociedad, está dividida también, en clases antagónicas: de un lado la burguesía asociada y dependiente del imperialismo y de otro, las clases trabajadoras con la clase obrera como la principal protagonista de la vida económica y política. Esto quiere decir que el proceso de desarrollo de las naciones esta signado por la lucha de clases, por la confrontación de los intereses antagónicos de las clases.>
De estas dos visiones se desprenden dos prácticas distintas, opuestas, dos líneas de acción antagónicas: Las “culturas étnicas” y la cultura de “las clases subalternas”, -según la visión reformista de Skola-, “excluidas de la cultura nacional”, se proponen ganar espacios para ser “incluidas” dentro de la actual “cultura nacional”, donde y desde el poder que ejerce la burguesía ligada con el imperialismo norteamericano, la cultura burguesa, en gran medida desnacionalizada por la incidencia del imperialismo en nuestro país, es la cultura dominante; es decir, la propuesta reformista es “incluir” a la “cultura popular” -según la concepción reformista- dentro del capitalismo, lo cual se identifica con la visión de la “revolución ciudadana”, y del “socialismo del siglo XXI” que plantea que “la Patria, ya es de todos”, y que este es un país donde, ya, “somos libres, iguales y diversos”, y lo que se requiere es promover a las “culturas populares”, empujando la “interculturalidad” entre culturas étnicas, regionales, locales, de género, de “preferencias sexuales”, de “clases subalternas”.

LA TESIS DE QUE “LO CULTO NO ES POPULAR”, NIEGA LA EXISTENCIA DE LA CULTURA CIENTIFICA DEL PROLETARIADO Y LA CULTURA PROGRESISTA DE LA HUMANIDAD

Desprendida de esta visión reformista de las identidades y culturas étnicas, opuestas a la visión de clases de la cultura, Skola señala que, “todo lo que no sea cultura ilustrada, de élite o burguesa, es cultura popular”; o sea que lo ilustrado, no es “popular”, que todo aquello que “no está incidido por lo culto” es “popular”, que únicamente las expresiones culturales que provienen espontáneamente de los pueblos pueden ser consideradas como “populares”.
Esta visión es reaccionaria, porque en primer lugar, lo que han producido históricamente desde tiempos antiguos y lo que actualmente producen los pueblos artística, culturalmente, y lo hacen de conformidad con sus entornos sociales de manera indetenible, pues esa es la naturaleza de la vida social que, a la vez que gira en torno de la producción, de la vida social en sus diversas expresiones como el deporte, las fiestas populares, también se expresa en el mantenimiento de sus identidades artísticas que se expresan por medio de la danza, la música, las vestimentas, las máscaras, los ritmos; escenario en el cual se construyen nuevas expresiones artístico culturales de parte principalmente de los jóvenes hijos de los pueblos, de manera espontánea, las cuales, por supuesto, aunque están, en parte, trasegadas por la cultura dominante capitalista, también expresan resistencia, apego al terruño, a la naturaleza, a las vivencias propias, naturales, de los pueblos.
Las culturas de origen popular, dentro del sistema capitalista, están trasegadas por la cultura dominante burguesa; lo cual significa que, si bien se puede hablar de que las expresiones culturales de los de abajo, son, en esencia, la cultura de los oprimidos, dentro de estas manifestaciones hay que desgranar el buen grano, de aquel que está trasegado por las ideas de la cultura burguesa. Aun así, estas expresiones artístico-culturales de origen popular forman parte de la cultura popular.
En segundo lugar, la ilustración no puede restringírsela a la cultura burguesa: Hemos visto que la cultura alcanza con el marxismo el nivel de cultura científica, la cual se desarrolla con el leninismo: <La doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales> destaca Lenin: Esto es un axioma: La teoría marxista- leninista es la más alta expresión de la ilustración científica.
Los “antropólogos” reformistas que aúpan al “socialismo del siglo XXI”, se alinean con el postmodernismo para arrumar al pensamiento científico del proletariado y envolverlo como parte de “la modernidad”; Oswaldo Palacios lo señala advirtiendo que esta visión pretende <..que el postmodernismo “ha dejado atrás a la modernidad”, entendida como el carácter imperialista del capitalismo… y el marxismo como doctrina del pensamiento ha sido superado ampliamente por las nuevas condiciones en que se desenvuelve el mundo, la sociedad actual>
Es a esta visión anticientífica de “la cultura” que responden las apreciaciones que separan “lo culto”, de “lo popular”; por eso Skola plantea que existen dos <sesgos para interpretar culturas populares; las de la tradicional derecha y las de la izquierda dogmatista>, lo cual se debe a que considera, identificándose con la visión postmodernista, que durante el socialismo en la URSS y en otros países, no se construyó una cultura “popular”, cuando dice que <también hubo control cultural en los países socialistas>, idea que corresponde a la visión del imperialismo y la reacción internacional quienes niegan que en el socialismo la clase obrera y los pueblos dirigidos por los partidos comunistas se desarrolló la cultura popular, deformando los hechos, que, tras la traición del revisionismo soviético, la sociedad socialista, temporalmente, regresó al capitalismo, con lo cual Skola, igual que el postmodernismo, coloca en el mismo nivel de las culturas burguesa y revisionista, contemporáneas, a la cultura científica del proletariado, de lo que se desprende la errónea visión de que “lo culto” no es “popular”; y de que lo que no está “contaminado por lo culto”, es “popular”.
Esto corresponde a otro viejo aspecto de las culturas dominantes, que separan la cultura material de la cultura espiritual, que actualiza el postmodernismo, en el sentido de que “la cultura” es únicamente la cultura espiritual, que deja de lado a la cultura material, al trabajo que en la producción realizan los trabajadores y los pueblos; deja de lado los combates, alzamientos, insurrecciones, formas de la lucha armada, guerras de liberación social y nacional, asumidas por los oprimidos; de hecho, tampoco considera como “popular” a las artes y literatura creadas durante el socialismo en los países que lograron conquistar el poder a través de revoluciones, como tampoco a las artes y a las literaturas “cultas” producidas por la intelectualidad progresista, patriota, y por representantes del arte y la literatura proletarias, cuyo caudal es inmenso, y que ha provisto a los trabajadores y a los pueblos de conciencia de clase en América Latina, El Caribe, África, en Asia, Europa, en el mundo entero.
La mejor ilustración proviene de este aserto la encontramos durante la Colonia con Eugenio Espejo, culto, con quien la literatura política adquiere rasgos emancipadores con las ediciones impresas de “El Quiteño Libre”, “Primicias de la Cultura de Quito”, y otros importantes trabajos científicos y literarios, como destaca Agustín Cueva en su obra “Entre la Ira y la Esperanza”; asunto similar ocurre durante la República cuando se gesta la Revolución Liberal en la literatura de Juan Montalvo y José Peralta, cuya literatura “culta” son “señales precursoras del pensamiento burgués, del racionalismo; son “diatribas contra el oscurantismo feudal”, destaca Pablo Miranda al referirse a la formación de “la lengua literaria ecuatoriana” así como en la pictórica que se expresa en las obras de Egas, Pinto, Endara, Enrique Guerrero, Kingman, Guayasamín, Carcelen, etc.
La victoria de la Revolución de Octubre a inicios del siglo XX; y luego la victoria de la Unión Soviética sobre el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial, en pleno siglo XX son bases de la nueva cultura, material y espiritual, socialistas, que influyen en el Ecuador, para que, recogiendo los elementos sustanciales del arte proletario y popular creados durante el socialismo en la URSS se lleve a cabo la difusión del socialismo científico en el Ecuador, cuya aplicación a nuestra realidad basado en la visión de clases de la sociedad ecuatoriana y de su historicidad, en su idiosincrasia, cultura, lengua literaria ecuatoriana, en el escenario del desarrollo de la lucha de clases, que va de mano de la formación del partido socialista y del viejo partido comunista -que en 1.964 en el marco de una intensa lucha teórica y práctica contra el revisionismo contemporáneo conduce a la estructuración del partido comunista marxista- leninista del Ecuador-, bajo cuyas circunstancias se desarrollan la literatura y las artes, realistas en general, conocidas como  “realismo social de los años 30”, expresadas en los cuentos, en la novela, en la poesía obrera y popular “montubia”, “chola”, es decir, mestiza, con el “Grupo de Guayaquil”: Gallegos Lara, José de la Cuadra, Gilbert, Aguilera Malta, Pareja Diezcanseco; en la indigenista y mestiza de Icaza; en la literatura negra de Estupiñán Bass y Adalberto Ortiz, así como en la pintura y escultura, que contribuyen a la educación política, de clases, a trazar un rumbo liberador, un derrotero claro para la libertad de los trabajadores y de los pueblos a través de la literatura y las artes populares, que afirma el signo característico de lo popular; estas literatura y artes “cultos” recogen la vida del pueblo, recuperan sus jergas, sus idiosincrasias, fortalecen las manifestaciones populares en las artes que se hallan latentes, en ríos subterráneos, en los imaginarios indígenas, negro y en las celebraciones populares mestizas que se manifiestan en el folklore, la danza, la música, las vestimentas y máscaras, las artesanías artísticas, etcétera.
Una y otra se enlazan, se conjugan entre sí, al punto que algunos literatos aportan desde la orilla de lo culto-revolucionario, al arte popular, como lo hace en sus diversas obras literarias Nelson Estupiñán. Las sucesivas décadas, especialmente la década revolucionaria de los 60s colocan en la palestra a nuevos actores y protagonistas que le darán un jalón a la literatura, la pintura y el arte populares, sobre todo desde la orilla del arte culto-consciente, basado en la concepción estética devenida de la cultura científica del proletariado y de las corrientes progresistas y revolucionarias en boga con la rica obra creativa de los “Tzánsicos”, del Centro de Arte Nacional y de la UNAP que tienen en Rafael Larrea, Alfonso Murriagui, Alfonso Chávez, Armando Coronel, entre otros, a sus conscientes creadores.

EL FOLKLORE

En la connotación de “lo popular”, desde luego está presentes el folklore y diversas manifestaciones provenientes de manera natural de los pueblos, especialmente aquellas manifestaciones creadas como forma de resistencia a la cultura dominante, dentro de las cuales hay que procesar aquello que responde a lo popular de aquello que es incidido, trasegado por la cultura dominante, lo cual no significa, de ningún modo, dejar de investigar, recopilar, difundir aquellas expresiones provenientes de los pueblos, ubicándolas en su contexto para destacar la inteligencia, creatividad, protagonismo de los pueblos en su lucha por el progreso y la libertad social forjando sus propias identidades culturales, como es el caso del folklore:
<Está claro -escribe Rafael Larrea- que aún hay elementos que se mezclan entre las categorías de folklore y cultura popular. Parece necesario precisar más que este saber popular, este acumulado de conocimientos empíricos, de habilidades tecnológicas, artesanías, imaginación artística, capacidad creativa, inventiva lúdica, etc., constituye -para la revolución ecuatoriana- un acervo de fundamental trascendencia…”
Y agrega: <La cultura popular no puede ser considerada como un hecho dado, terminado, ni que es popular solamente por su origen (aunque esto debe ser entendido como un criterio de sustancial valor), es verdad que las distintas manifestaciones que involucra el concepto de cultura popular no pueden estar limpias de ripios, de influencias en grados diversos, de la ideología, de las concepciones de la clase dominante, pero lo que debemos rescatar con vigor es la existencia de inequívocos signos de resistencia (a la dominación, a la explotación, a la ideología de la burguesía, etc.), el potencial extraordinario de propuesta y alternativa, la determinación vital por su defensa y desarrollo. Nuestros pueblos tienen en este ámbito un papel muy relevante que cumplir, elevando su nivel de conciencia y aclarando mejor sus objetivos más generales, incorporando su quehacer recreativo al conjunto de elementos que luchan por su liberación social y nacional.”

EL CARÁCTER POPULAR DEL ARTE

Las manifestaciones artísticas y literarias adquieren una más alta connotación de “populares”, cuando son fruto de la elaboración consciente para confrontar a la cultura dominante; cuando trazan el rumbo de la emancipación como lo destaca Bertold Brecht:
“Nuestro concepto del carácter popular del arte se refiere al pueblo que no solo toma plena participación en el desarrollo histórico, sino que se apodera de él, lo acelera, lo determina. Tenemos en miras a un pueblo que hace la historia, que se transforma así mismo y transforma con él al mundo. Un pueblo combativo y por consiguiente un concepto combatiente de lo popular.”, y agrega: “La práctica de la cultura popular incluye un proceso de elevación de la conciencia crítica, política, de los sectores populares; expresa su voluntad de ser sujetos de la historia, de presentar sus propuestas y alternativas en distintos campos de la vida social, de la producción, de la estética, consolida su creatividad, su riqueza como seres humanos, su destreza y habilidad en contenidos y formas, su visión retadora para establecer su particularidad e inscribirla en el contexto social sin deformaciones. Es un ejemplo vivo, un mensaje de acción liberadora que convoca a otros a tomar el mismo camino, a mirar el futuro sin explotadores ni explotados, con posibilidades reales”.

LA POLITICA DE FOMENTAR LAS IDENTIDADES Y CULTURAS ETNICAS AL MARGEN DE SUS CONTENIDOS DE CLASE VULNERA EL PRINCIPIO DE LA LUCHA DE CLASES

La visión cultural no clasista, de “Iguales, libres y diversos” de la “revolución ciudadana” y del “socialismo del siglo XXI” se construye a través del Sistema Nacional de Cultura, inscrito dentro de las políticas desarrollista y reformista de la cultura de la “revolución ciudadana” constante en la Constitución; se concreta en los diversos “Sistemas Concursables”, en los Planes y Proyectos del Ministerio de Cultura, los cuales son impulsados por su Ministro, antropólogos culturales, “especialistas en cultura, y por los  “gestores y promotores culturales”, que tienen sustento en las tesis ”antropológicas” reformistas, que, hemos reseñado, tienen asidero en la visión anticientífica del postmodernismo, pese a las diferencias que existen entre el nacionalismo burgués y la “globalización”, dentro de la cual pretenden mimetizarse con la política cultural del “sujeto-global-social-solidario”.
Debemos tener en claro que, todas estas políticas: las de las ONGs, de la UNESCO y UNICEF, de las fundaciones y de los “gestores y promotores culturales” de la “revolución ciudadana” para el ámbito de “la cultura” se identifican, en la franca oposición a la visión clasista de la cultura, a la teoría científica de la lucha de clases, de la revolución y el socialismo; en el propósito de dividir, dispersar a los pueblos, obstaculizar, vulnerar sus perspectivas de unidad como pueblos y culturas oprimidas por la cultura dominante del imperialismo y la burguesía.
Este “trabajo” de los “gestores culturales” del “socialismo del siglo XXI”, empata con la labor que realizan las ONGs, dentro de sus diferencias, que encierran intereses de clase -de las países imperialistas como Holanda, España, Alemania, Estados Unidos que financian a esos cuadros-, los cuales son sustentados, como hemos evidenciado, por los “promotores de la antropología cultural” desarrollistas y reformistas que aúpan las “tesis” del “socialismo del siglo XXI”; se lleva a cabo para dividir, dispersar a los pueblos, obstaculizar, vulnerar sus perspectivas de unidad como pueblos y culturas oprimidas por la cultura dominante del imperialismo y la burguesía; se propone castrar esa unidad de clase, de oprimidos contra opresores, de pueblos contra oligarquías, de nación progresista y en lucha por su emancipación, contra el imperialismo y la burguesía dependiente.
La praxis de los “gestores y/o promotores culturales”, basada en la concepción reformista y desarrollista de privilegiar a las “identidades y culturas”, oponiéndolas a la visión clasista de la cultura, priva de la visión crítica para examinar, las causas y causantes reales de la crisis que recae sobre las mayorías de los trabajadores y pueblos del Ecuador, afecta la conciencia política, de clases.
El desafío para el desarrollo de las artes y las literaturas populares, que se entroncan con las expresiones populares provenientes de entre las culturas e identidades étnicas, llámense “regionales”, “locales”, “urbanas”, etcétera, consiste en, y a sabiendas de cómo, desde las “fundaciones, las ONGs, la UNESCO, UNICEF, y ahora de parte de los “gestores y promotores culturales” del “socialismo del siglo XXI”, éstos manipulan la “democracia participativa”, haciendo uso de los “Planes de Desarrollo Local”, de los “Presupuestos Participativos”, y ahora, de “Las Redes Barriales y Comunitarias Culturales”; de como utilizan y van a seguir haciéndolo, el Sistema Nacional de Cultura, SNC, exige que no nos marginemos de dicho SNC, ni de sus proyectos; dentro del SNC, debemos actuar a la manera revolucionaria, insertándonos en la realidad actual del proyecto cultural nacionalista y reformista, pero diferenciándonos, no mimetizándonos dentro de sus propuestas reformistas, que, como sabemos están imbricadas a elementos culturales postmodernistas; dentro del SNC, debemos impulsar nuestra propuesta de “lo popular” en la cultura, en las artes, en las literaturas, desarrollando un intenso trabajo de recreación del arte popular, trabajando dentro de los barrios, de las comunidades, en todos los sectores sociales de los pueblos, de las clases explotadas, para impulsar un amplio, revolucionario proceso de creaciones realmente populares.

             FIRMEZA Y FLEXIBILIDAD DENTRO DE LA TENDENCIA CULTURAL              REFORMISTA Y DESARROLLISTA

Estamos obligados, debemos participar, ejerciendo los derechos de las organizaciones los artistas y escritores, populares a la libertad estética, a la creación artística, a la identidad cultural, (clasista), dentro del Sistema Nacional de Cultura.
Debemos intervenir, con nuestros propios proyectos, cumpliendo las exigencias “técnicas”, enfrentando el burocratismo y el elitismo que existe en esos ámbitos, en los diversos “Sistemas Concursables” del Ministerio de Cultura sin mimetizar nuestra visión popular, clasista, de la cultura; debemos buscar y encontrar espacios, brechas para abrirnos paso en este camino, como lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo.
Participamos con nuestra propia visión y praxis de cultura popular en el fomento del folklore, de las redes comunitarias culturales y artísticas en los barrios y en las comunidades campesinas; trabajamos en unidad, mancomunada con Direcciones Provinciales de Cultura en esas Redes Comunitarias de la Cultura, sin mimetizar nuestra visión clasista de la cultura popular, pero debemos tener claro e impulsarlo en la práctica, que nuestras artes y literaturas, sobre todo las forjadas desde el ámbito de la creación culta, revolucionaria y consciente, se proponen educar, orientar y organizar a los trabajadores y a los pueblos, elevar su conciencia de clase, aportar eficazmente, por este medio, al impulso de la revolución proletaria, imbricando siempre, nuestro arte popular, como ”tuerca y tornillo”, a los combates emancipadores de nuestros pueblos.

LA CULTURA DE LOS DE ABAJO SE PROPONE REALIZAR LA REVOLUCION SOCIAL CONQUISTAR EL PODER Y CONSTRUIR EL SOCIALISMO

La cultura de los oprimidos, a cuya vanguardia está la cultura científica del proletariado, donde están insertas las culturas étnicas de los pueblos de manera natural: las culturas de los pueblos de las nacionalidades indígenas, del pueblo negro, y del pueblo mestizo, se proponen, -nos proponemos- a través de los combates de los trabajadores y los pueblos por nuestra emancipación, derrocar a la cultura dominante burguesa -imbricada a la cultura imperialista-, a través de un proceso de acumulación de fuerzas utilizando todos los medios y formas de lucha, -las artes y las literaturas emancipadoras, como una expresión de esas formas de lucha-, para llevar a la victoria la revolución proletaria, para y tras la conquista del Poder Popular, bajo la guía de la cultura científica del proletariado, ejercida desde el Estado Popular bajo la dirección del partido comunista, marxista- leninista del Ecuador, en una amplia unidad con los pueblos mestizo, indígenas, negros, con los movimientos, partidos, personalidades progresistas, patrióticas, democráticas, con los revolucionarios, por el Programa de la revolución socialista auténtica, llevar a cabo la construcción de las culturas material y espiritual de los trabajadores y los pueblos, corrigiendo los errores cometidos durante las primeras experiencias de la construcción del socialismo en otros lugares del planeta, cuya premisa, cuyo axioma, es la destrucción del sistema capitalista y de su Estado burgués.

NUESTRA ACCION TEORICO – PRÁCTICA FRENTE A LA VISION Y PRAXIS “IDENTITARIA” DEL POSTMODERNISMO, DEL REFORMISMO Y DESARROLLISMO CRIOLLOS

La idea de fragmentar a los pueblos no es nada nueva, la han practicado desde atrás, siempre, las clases explotadoras, solo que ahora reviste la novedad de manipular la diversidad de “culturas” y de “identidades” para este mismo propósito.
El imperialismo y sus agentes, y los “gestores culturales” del socialismo del siglo XXI”, proceden en sentido inverso al que debemos proceder los revolucionarios; ellos trabajan “identitaria”, “culturalmente” para fragmentar, aún más, las culturas e identidades étnicas y locales; para debilitar y destruir la unidad de los pueblos y negociar separadamente con ellos, al mismo estilo del trabajo grupal y fragmentario que practican UNICEF, UNESCO, las ONGs, utilizando sus proyectos y recursos.
Las prácticas de la cultura anticientífica del postmodernismo, del desarrollismo y el reformismo del “socialismo del siglo XXI” y de la “revolución ciudadana”, a pesar de que mantiene contradicciones con el imperialismo globalizador, muestra que no está interesada, en abrirle paso a la revolución social del proletariado dirigida por la cultura científica proletaria que impulsa y dirige el partido comunista, sino en cerrarle el paso a nuestra propuesta de “cultura popular” cruzada por la visión clasista, revolucionaria, científica.

LAS IDENTIDADES Y CULTURAS, EL FOLKLORE, PROVENIENTES DE LOS PUEBLOS DEBEN ENCAMINARSE, IMBRICARSE A LA LUCHA DE CLASES,  A LA LUCHA POR LA REVOLUCION Y EL SOCIALISMO

El proceso de trabajar sobre las culturas e identidades locales en beneficio de acumular fuerzas para la revolución, parte de la realidad de que estas culturas e identidades existen, están en proceso de permanente movimiento y cambio; pero la visión y la metodología a emplearse, es lo reverso.
Nuestro trabajo revolucionario, en esta línea, debe calificarse para fundir la cultura y la identidad de las culturas e identidades étnicas, con la visión clasista, cultural, de clase. En este camino debemos buscar los aspectos que imbrican a las culturas e identidades étnicas con la visión y cultura de clases, a propósito de que converjan en la unidad de la cultura popular, de la cultura de los oprimidos para que participen conscientemente en las batallas de clase: de pueblos oprimidos contra oligarquías opresoras y contra el imperialismo.
Las culturas e identidades étnicas, de barrio, de recinto, de parroquia, del cantón, de la provincia, del país, debemos trabajarlas, orientarlas, educarlas, para fortalecer su unidad, para que los pueblos, sin renunciar a sus identidades locales, ni étnicas, asuman conciencia de clase; adquieran una identidad con su país, con sus nacionalidades, con sus etnias, como parte de su condición de pueblos oprimidos;  identidades y culturas que, con la visión clasista de la cultura, debe ser fortalecida para construir y desarrollar su unidad; para impulsar el proceso emancipador de la dominación imperialista y oligárquica, para el fortalecimiento de sus luchas por la liberación social y nacional, para la conquistar el poder a través de la revolución, para construir la Patria Nueva en forma mancomunada, potente, beligerante.
Esta educación de clases, es la que debe impulsarse entre la clase obrera, el campesinado y las masas populares, imbricadas, como lo están, de manera natural a sus culturas e identidades étnicas, locales, regionales.
Esta orientación es la que debe llevarse adelante para batir, aislar, derrotar a la política de “culturas e identidades” desligadas de la visión de clase de la cultura, que pretende que no están imbricadas unas con otras; de la política de migajas que, a través de diversos “proyectos y concursos”, se entrega a los pueblos por parte de los organismos paternalistas y asistencialistas del imperialismo: UNESCO, UNICEF, las ONGs, etcétera, así como de los “gestores y/o promotores culturales del reformismo y del desarrollismo; política de dispersión a la cual se suman la manipulación de otras identidades como las “de género”, “preferencias sexuales”, grupos identificados con uno u otro ritmo y/o formas musicales, teatrales, pictóricas, de artesanías artísticas, danzantes, etcétera.
Esto puede lograrse si educamos a los pueblos, a los trabajadores, a las etnias, a los grupos de artistas que practican danzas y música folclóricas, etc., en el prisma científico de la lucha de clases, en la necesidad de la revolución social dirigida por el proletariado, para que encuentren en toda expresión folclórica la resistencia que han librado frente a la cultura dominante, para que busquen en cada danza, la expresión virulenta de combate y/o de resistencia a los extranjero y a la cultura de la burguesía, a la cual solo le interesan estas manifestaciones en cuanto pueden utilizarlas en su beneficio.
Todo aquello que proviene de la creatividad ancestral y contemporánea de nuestros pueblos, no debe quedarse en la simple manifestación de las formas y movimientos rítmicos, ni en la expresión folklórica de la danza ni del canto: hay que desarrollarlas desde la óptica de la cultura clasista; no debe mantenerse por mucho tiempo en las simples manifestaciones folklóricas sino que, a la par que las promovamos, trabajemos con seriedad en la recreación de estas expresiones, mostrando al espectador, al pueblo, su contenido clasista, debemos crear, desarrollar esas expresiones a nuevos niveles de lo popular bajo la visión clasista de la cultura; además debemos desarrollar creaciones que muestren auténticos prototipos populares, que los tenemos y en cantidad y calidad; para que los pueblos se identifiquen con la rebeldía, la firmeza, la cultura popular que, por ejemplo, Rumiñahui genera cuando corta la cabeza del caballo de los conquistadores y muestra su sangre a los pueblos indígenas para incitar a su levantamiento contra la Conquista Española; como acumulado de la cultura de los oprimidos que incite a la rebelión, a liberarse, ahora, de la opresión oligárquica y de la dominación imperialista; para que nuestros pueblos se alcen a la lucha por la revolución y el socialismo.

ODISEO RUNA

Materiales y obras de consulta:
·                     “Dialéctica de la Naturaleza”, de Federico Engels;
·                     “Proceso de transformación del mono en hombre, a través del trabajo”, de Federico Engels;
·                     “Historia de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, de Federico Engels;
·                     “Que Hacer”, de Lenin;
·                     “Diccionario Filosófico” de M. Rosental y P. Yudin;
·                     “La Concepción Científica del Mundo y el Postmodernismo”, de Oswaldo Palacios;
·                     “Ecuador: Nación, Pueblos y Emancipación”, de Pablo Miranda;
·                     “América Latina y la Revolución Social del Proletariado”, de Pablo Miranda;
·                     “La Cultura Popular y el Carácter Popular de la Cultura”, de Rafael Larrea.
·                     “¿Que es el Socialismo?”, de Carlos Alvarado;
·                     “Compendio de Zoología de los Cordados”, de Iván Morillo Villareal;
·                     “Cultura Popular” del antropólogo Omar Skola;






                  

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