viernes, 17 de julio de 2015

LA REACCIONARIA "LEY DE CULTURA"





LOS ENCENDIDOS COMBATES DE OCTUBRE
DEBEN REFLEJARSE EN LA CREACIÓN ARTÍSTICA POPULAR

Lenin destacaba: “El arte y la literatura son reflejo de la lucha de clases” y agregó otro axioma: “El arte y la literatura son tuerca y tornillo de la revolución”.
La vorágine del combate popular durante el resplandeciente mes de Octubre del 2009 ha roto el almohadón de plumas, con reluciente forro de seda que cubría el cimiento ideológico del “socialismo siglo XXI”, la simbología de la cansina monserga de la “revolución ciudadana” que copa la propaganda oficialista.
Este es uno de los logros ideológicos del estallido de la lucha de los de abajo, del caudaloso combate político victorioso del magisterio, la juventud estudiosa, los padres de familia, los pueblos indígenas.
Estas resquebrajaduras envueltas en la millonaria propaganda que se difunde con brillosos broches, no es algo “lírico”, intrascendente. Esta cargada simbología está embisagrada con el  pomposo proyecto desarrollista y reformista de Correa.
En los símbolos ancestrales bordados en sus blanco- mestizas camisas se difunde la idea de que su gobierno es  adalid de la “plurinacionalidad”. Nada más falso.
Tras el exhibicionismo de esa simbología ancestral que va acompañada de una demagógica verborrea quechua- mestiza se encubre una visión socialdemócrata de tintes racistas, de hondas raíces colonialistas barrocas evidenciadas en la represión al levantamiento indígena de la CONAIE donde fue asesinado el maestro Bosco Bisuwa y se confirma con la expedición que Correa asume del decreto 1780 que entrega la educación en la Amazonía a la Iglesia Católica cuya secular dominación religiosa en esa región está ligada a los crímenes cometidos por la Orden de los Jesuitas en las mitas, obrajes, curicamayatos, contra los pueblos indígenas frente a los cuales tienen resonancia los embravecidos levantamientos de los pueblos Shuar y Oyaricos contra dicha Orden en Morona Santiago en 1877 con cuyo oleaje aquella fue expulsada de la Amazonía así como la labor de adoctrinamiento clerical destructora de las raíces ancestrales de las culturas de los pueblos indígenas que han llevado a cabo los Salesianos, Josefinos y otras órdenes  en la Amazonía y en particular en Morona Santiago y Napo.

II

El ideario contenido en “La patria ya es de todos”, la falsedad de que vivimos en un país donde “todos somos libres e iguales, tan solo diversos” difundida por el Ministerio de Cultura; la idea reformista de que el actual “Estado es de todos”, así como la tesis anticientífica de Correa de que, en el Ecuador de hoy, “no existe la lucha de clases” han sido remecidos por el altivo movimiento político y social de Octubre.

Este inicial vapuleamiento del ideario y simbología de la “revolución ciudadana” es resultado de que la vida, el combate de los pueblos explotados ha restituido la vigencia de la tesis científica de la lucha de clases aflorada en el ímpetu combatiente de los oprimidos, brotando de los pechos henchidos del magisterio, de la juventud, del movimiento indígena, al tomarse las calles, las plazas, las avenidas, las carreteras de Quito, Guayaquil y de todo el Ecuador recibiendo los ecos, los sonidos de las ciudades y de los campos en ebullición que culminaron en sendas tomas de la Plaza Grande y cercos sobre el Palacio de Carondelet, mareas populares que, a la par que obligaron a Correa y a su gobierno a “dialogar” con las fuerzas sociales beligerantes alzadas contra sus leyes neoliberales, han iniciado el despellejamiento ideológico de los elementos culturales, de los símbolos a través de los cuales el proyecto desarrollista busca afianzarse entre las masas y convertirse en cimiento ideológico del “socialismo del siglo XXI” y de la “revolución ciudadana”.

Las hilachas que vuelan por los aires del Ecuador tras las luchas de Octubre son como una almohada con funda nueva pero rellena de viejas y resecas plumas con las cuales quiere mimetizarse la nueva burguesía que ejerce el gobierno desde el derechista Círculo VerdiRosa pero que han sido abiertas por el picoteo decidido de la lucha popular.

II

Este aleccionador ejemplo demanda, ahora, enfrentar otra de las leyes antipopulares del gobierno de Correa que niega el carácter emancipador, pluricultural, popular de nuestro patrimonio cultural tangible e intangible: la Ley de Cultura entregada a la Asamblea Nacional, a nombre de Correa, por el Ministerio de Cultura bajo el membrete de un supuesto “debate democrático” desarrollado con el estereotipo demagógico, reaccionario, autoritario, de “Los Cien Días de la Cultura”.


“LA LEY DE CULTURA” DEL GOBIERNO REPRESENTA LOS INTERESES
DE LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD BURGUESA



El gobierno de Correa, de la “revolución ciudadana” introduce en la Ley de Cultura el estereotipo de “elementos de la cultura contemporánea” que no son más que los de la nueva institucionalidad burguesa.
Por esa vía centraliza todos los antiguos organismos estatales “de la cultura”-Banco Central y la CCE en particular-, no para “democratizar la cultura” sino para hegemonizar un pensamiento y praxis autoritarios, opuestos a la cultura emancipadora, popular y pluricultural que caracteriza la historia de las culturas progresistas del Ecuador creando superorganismos como “El Instituto Nacional de Audio Visuales” para imponer, hegemónica, verticalmente, el pensamiento- Correa.
Esto se complementa con la total desaparición, dentro de esta Ley, de las organizaciones de artistas y escritores progresistas, democráticos y populares que están enraizadas a la vida artística y cultural del Ecuador.



BREVE REPASO DE CÓMO ESTE PROYECTO SOCIALDEMOCRATA ES PARTE INTEGRANTE DE LAS CULTURAS DOMINANTES
QUE HAN EJERCIDO EL PODER
DESDE LA COLONIA HASTA NUESTROS DÍAS

Sobre la base de la imposición, por la fuerza, del sistema económico esclavista y feudal, el Coloniaje de España, implantó desde el poder una cultura espiritual –que tuvo como eje a la Religión Católica y al idioma español, sustancia biológica y  cultural de nuestro mestizaje-, un pensamiento barroco-feudal expresado en la arquitectura, la plástica, la literatura, el modo de vida de los colonizadores sobre las culturas ancestrales indígenas, pensamiento que debía reproducir el pueblo mestizo.
Tras las guerras independentistas, durante la República, este pensamiento cultural cambio de forma, pero su naturaleza y carácter de clase se mantuvo, se enlazó con la dominación criollo latifundista.
La Revolución Liberal, el progresismo, golpearon elementos de esa cultura, más, ésta, tras el crimen de Alfaro se enlazó con la cultura latifundista y la nueva cultura burguesa, criollas ambas, ligadas a la penetración imperialista.
Durante el último cuarto de siglo de los gobiernos de la “partidocrasia burguesa” esa cultura burguesa dominante,  desnacionalizada, persistió.

Se aspiraba y así los batintines nacionalistas y proclamas “democráticas” del actual gobierno, la creación del Ministerio de Cultura, y la propaganda de un Sistema Nacional de Cultura (SNC), devenidos tras la caída del último gobierno de Gutiérrez al servicio del imperialismo y las oligarquías, iría impulsando una cultura progresista, más, los recientes acontecimientos sociales y políticos derivados de un conjunto de leyes neoliberales expedidas por Correa, a la cual se suma la Ley de Cultura, muestran un panorama diferente.
El actual gobierno de la “revolución ciudadana”, como eje de la Ley de Cultura, introduce unos “elementos culturales contemporáneos” que son ajenos al desarrollo de nuestro pensamiento cultural progresista, refresquemos este aserto:
  
LA CULTURA EMANCIPADORA
PROGRESISTA, PLURICULTURAL
Y POPULAR EN EL ECUADOR

Confrontando a todas las expresiones de las culturas dominantes, el pensamiento cultural progresista del Ecuador se ha ido abriendo paso en la historia de la lucha de clases generando una diversidad de identidades liberadoras de la opresión y el oscurantismo.
El pensamiento de Espejo, Mejía, Olmedo fueron anticolonialistas, emancipadores.
Durante la Revolución Liberal se desarrolla un pensamiento político y literario opuesto al oscurantismo latifundista: Las obras iluministas de Montalvo y Peralta  confrontaron en forma virulenta la dominación conservadora en el poder, así como a la Doctrina Monroe norteamericana.
La literatura de los años 30 se dirigió contra la política represiva de gobiernos como el Liberal de José Luis Tamayo, que asesinó a los trabajadores durante la Primera Huelga General.

La cultura ecuatoriana, mestiza y negra, tienen un acumulado emancipador que se enlaza con la cultura de los pueblos indígenas ancestrales brotada de los combates y alzamientos de los pueblos indígenas donde destacan los dirigidos por Jumandi y Kiruba en la Amazonía, por Daquilema en Chimborazo, los mismos que se expresan en un grado más alto en los levantamientos culturales de los pueblos indígenas de fines del siglo XX de los cuales se desarrolla el pensamiento progresista, político, artístico y literario de los pueblos indígenas integrantes de sus etnias y nacionalidades.

El sucesivo desarrollo de nuestro pensamiento cultural progresista ecuatoriano es elemento sustancial de la cultura de la nación ecuatoriana y se imbrica con el pensamiento progresista de los pueblos de las etnias y nacionalidades indígenas y del pueblo negro; es sustento progresista de nuestra plurinacionalidad y se engarza con ella.

Aquí descuellan:  la poética de Jorge Carrera Andrade y de otros destacados cultores progresistas del pensamiento progresista, el teatro antiyanqui y antioligárquico de Ernesto Albán, el “Teatro Ensayo de la CCE”, el pensamiento de Agustín Cueva, la obra pictórica de Pinto, de Kingman, de Guayasamín, el arte y la literatura progresistas de los Tzánsicos, del Centro de Arte Nacional con los Grupos “Noviembre 15”, “Cantores del Pueblo” y en Guayaquil “Chumichasqui” liderado por Armando Coronel, el trabajo artístico multilateral donde destaca la obra de los escritores y artistas de la talla de Rafael Larrea, Alfonso Murriagui, Alfonso Chávez, Juan Ruales, que lideran la UNAP, la música, el teatro de la calle, la obra de cantautores como Jaime Guevara, las novelas de Abdón Ubidia, Alicia Yánez Cosío, los elementos progresistas que se encuentran en la obra de Jorge Enrique Adoum y de otros escritores contemporáneos progresistas, la danza de Susana Reyes, los Festivales “Rosa de Agosto” organizados por el FAP de Guayas, los Festivales de cultura negra del Pacífico organizados por el Municipio de Esmeraldas desde su Departamento de Cultura, las creaciones étnico- populares del Grupo “Mashca Danza” de la Universidad de Cotopaxi, la obra de los pintores jóvenes de Imbabura liderados por Emerson Hidalgo, solo para ubicar algunos ejemplos.

EL ETNICISMO ENCUBRE EL CORPORATIVISMO
HEGEMÓNICO
DEL “SISTEMA NACIONAL DE CULTURA”

La praxis cultural del Ministerio de Cultura es “etnicista”, desprovista de contenido progresista, popular,  clasista en una palabra, y esto se refleja en la Ley de Cultura que, manipulando los “Cien Días de la Cultura” -de igual modo procedió Correa y su gobierno con la Ley de Educación Superior del Semplades-, no recogió los aportes dados por el Primer Congreso de Artes Populares del Ecuador realizado en coordinación entre la UNAPE y el Ministerio de Cultura, ni de ninguno de los foros realizados con los delegados de diversas organizaciones de artistas, escritores y promotores culturales.
De igual modo ha procedido la “Comisión de Cultura” de la Asamblea Nacional: el recorrido por algunas provincias del país y el cierre de su recorrido en el Salón de la Cámara del Senado de la Asamblea Nacional estaba abarrotado de funcionarios y empleados, de beneficiarios -como los representantes del Sistema Nacional de Audio Visuales y de Bibliotecas- con los cuales hicieron una virtual y pragmática mayoría que aprobó el texto del Proyecto de Ley de Cultura, Ley que es la negación del pensamiento progresista, democrático, plurinacional, del Ecuador de hoy.

Esta manipulación de la democracia no es nueva, es aprendida de la metodología de las ONGs, de “Los Planes de Desarrollo Local” y de los “Presupuestos Participativos” donde se deja un espacio a “lo étnico cultural y local”.
Por medio de este conductismo reaccionario, vertical, esta visión cultural etnicista hace confrontar entre si a las culturas locales y étnicas, y a la cultura progresista mestiza, elementos sustanciales de nuestra plurinacionalidad, que, en la vida cultural del país, se funden unas con otras, se complementan, sientan las bases de una interculturalidad que solo será factible a plenitud en el auténtico sistema socialista.

El etnicismo sustentado en el “pensamiento cultural contemporáneo” de Correa y Noriega es fabricado postizamente, de espaldas a nuestra historia cultural progresista y se expresa en el slogan “libres, iguales y diversos”, del Ministerio de Cultura, que oculta y mimetiza la lucha de los pueblos mestizo, indígena y negro, reduciéndola exclusivamente a lo étnico, privándolos de los elementos clasistas de la cultura que son característicos de nuestras pensamiento cultural liberador.

EL “PENSAMIENTO CULTURAL CONTEMPORANEO”
DE CORREA SE PROPONE INSTITUCIONALIZAR HEGEMÓNICAMENTE
LA LLAMADA “REVOLUCIÓN CIUDADANA”
Y ES OPUESTO A NUESTRO PENSAMIENTO CULTURAL REVOLUCIONARIO, ANTIIMPERIALISTA, DEMOCRATA Y GENUINAMENTE PROGRESISTA

Nuestro acumulado cultural progresista, es opuesto antagónicamente al "pensamiento" de Correa. El llamado “pensamiento cultural contemporáneo” pretende encasillar a “todos y todas”, autoritariamente, en el “tutelaje ciudadano” para dar sostén ideológico a su farsa de la “revolución ciudadana” y su estereotipo de “socialismo del siglo XXI” de resonancias caudillistas y populistas carentes de creatividad.
Al igual que ha procedido con las restantes leyes neoliberales que la lucha popular ha frenado con sus combates y altivas protestas, Correa y Noriega pretenden ejercer el control hegemónico desde el Ministerio de Cultura sobre todas las manifestaciones del arte.

Para justificar su contenido, utiliza las falencias que, en determinados organismos del Estado “responsables de la cultura”se han producido y que son resultado, en las últimas décadas, de más de 40 años de poder oligárquico e imperialista a través del cual los diversos gobiernos civiles y militares impusieron los vicios del burocratismo y del elitismo en las cúpulas de organismos “dedicados a la cultura” como el Banco Central y la CCE.

Ciertamente eso ha ocurrido con posterioridad al año 1.964 en que, tras la dictadura militar de Castro- Jijón, la intelectualidad progresista realizó la toma de los Núcleos y la Matriz de la CCE y presionó sobre los espacios culturales a cargo del Banco Central imprimiéndole, temporalmente, signos progresistas.

Más, tras la Ley de Cultura reaccionaria de la dictadura desarrollista militar, durante un cuarto de siglo, los gobiernos de la partidocrasia burguesa impusieron su cultura dominante, en contra de la cual, desde fuera y desde dentro, la intelectualidad progresista ha venido batallando, denunciando el manejo elitista de los Fondos de Cultura, y el burocratismo de la CCE y del BCE.

El actual gobierno, lejos de “democratizar” la cultura, aprovechando esas falencias y vicios, procede, en la actual Ley de Cultura, a instaurar una ultracentralización, hegemónica, autoritaria y vertical, centralizando el andamiaje cultural del Banco Central, de la CCE y al Sistema Nacional de Archivos y Bibliotecas, y de Patrimonio Cultural, al cual agregarían super organismos como “El Instituto Nacional de Audio Visuales” que fusionaría al Sistema Nacional de Cinematografía y de Audio Visuales, agregando la imposición del tutelaje sobre los artistas, escritores, promotores culturales, sobre la labor científica y tecnológica progresista, basada en la “visión de ciudadanía” a través del “Sistema Nacional de las Artes” que estaría bajo el control omnímodo, hegemónico, del Ministerio de Cultura de Noriega subordinado al pensamiento autoritario de Correa.

Una super centralización hegemonizada por el Ministerio de Cultura, dotándolo de recursos millonarios para impulsar el proyecto de la “revolución ciudadana”.

Este Proyecto de Ley de Cultura reafirma la visión y praxis de las culturas dominantes, pero es más reaccionario pues, a la par que manipula las culturas étnicas de los pueblos indígenas y negro, a sus identidades y su riquísimo folklore, convirtiéndolos en instrumentos de la “nueva institucionalidad burguesa”, al mismo tiempo remacha la vieja política cultural oligárquica y proimperialista: oprimir al pensamiento progresista, emancipador, pluricultural,  característico de nuestro lucha por alcanzar la emancipación.

No es extraño, entonces, que, en este Proyecto político hegemonista, autoritario, se deje de lado a las organizaciones nacionales, provinciales, cantonales, étnicas, de los artistas y escritores, de los promotores culturales progresistas y populares que han venido luchando contra el burocratismo y el elitismo en el Ecuador, solo para encontrarse conque el “moderno” “Sistema Nacional de Cultura”, es ultra centralista, represivo y antipopular, acentúa el elitismo, la concentración de recursos y el burocratismo.

                       *   *   *

De allí resulta que es una falacia, oculta en los “proyectos concursables” y en la hueca palabrería de la “defensa de los derechos culturales” y de “la libertad estética de los creadores” que los creadores puedan usufructuar de sus creaciones, y mucho menos de que este Proyecto de Ley abra  posibilidades para que los artistas, escritores y promotores puedan acceder a la seguridad social.
El llamado Sistema Nacional de Cultura, es un VIH burocrático que se propone eliminar las defensas y atacar las potencialidades construidas a lo largo de nuestra historia progresista de las culturas del Ecuador.

La cultura “ahora”, “ya es de todos los “ciudadanos artistas” que se inclinen, laman, reciban recursos, se someten al “tutelaje” de Correa y Noriega, quienes se atribuyen ser la cúspide del “pensamiento cultural contemporáneo” que no es mas que otra variante del pensamiento y la praxis del corporativismo estructuralista de las clases explotadoras encubierto en algunas reformas y en un falso desarrollo del Ecuador.

Este Proyecto de Ley de Cultura, ratifica que la creación no está en la mira de esta nueva burguesía del “Círculo VerdiRosa. Apunta a la reproducción vertical de su “pensamiento cultural contemporáneo”, a la utilización de las culturas étnicas, de las identidades locales, de la artesanía artística, recreándolas a través de las “industrias culturales”, “nuevo “producto”, “nueva creación correista- norieguista”, que no es más que la simple calca de las Galerías Norteamericanas que mercantilizaron el arte, -luego de la Segunda Guerra Mundial-, financiadas por la CIA y el imperialismo norteamericano convirtiendo a Nueva York, a la pintura abstracta y al cine norteamericano, en el supuesto “arquetipo” del arte mundial.

Los artistas, escritores y promotores del Ecuador, sin embargo de este engendro anticultural en contra del cual han  resuelto movilizarse en las calles y foros y hacia la Asamblea Nacional denunciando la farsa de ese Proyecto de Ley de Cultura, próximo a aprobarse, apretan las manos junto a las raíces históricas y a nuestra contemporaneidad liberadora, a sabiendas de que el camino de la creación emancipadora, pluricultural, popular y progresista, no depende de que se agache la cabeza frente a este gobierno autoritario, represivo, antipopular, sino del espíritu libérrimo, altivo, combatiente, único capaz de generar nuevas creaciones artísticas populares, emancipadoras.
En el Ecuador en peores condiciones y más adversas, brotó y se expandió la obra de los escritores y artistas de los años 30 que es un eje libertario del arte popular y esa obra continuó en la década de los 60 hasta nuestra auténtica contemporaneidad popular, progresista, pluricultural y libertaria.

*   *   *

Correa y Noriega solo prueban ser, lo que son, apéndices, reproductores de la cultura burguesa imprimiéndole “creativamente” -en realidad, de manera mediocre, clientelar, hartamente viciada de demagogia y populismo-, utilizando los recursos del Estado para promover algo más viejo que una lagartija al sol: la manipulación del folklore y de las identidades locales que se desarrollan con motivo de cada efemérides provincial, de cada “cantonización”, de cada fiesta como la de “La Mama Negra”.
Eso han hecho todos los “presidentes” al servicio de la oligarquía y con mayor versatilidad.
Esta es la demagogia miserable del “etnicismo” que ahora enarbolan: la manipulación de las creaciones artísticas  creadas por los pueblos.
Lo que actualmente hacen con nuestras culturas étnicas, el imperialismo y la burguesía lo han hecho siempre: insertarlas en el sistema capitalista: Así hicieron con el blue y el jazz, música del pueblo negro que vivía hacinado en las barracas de las haciendas esclavistas norteamericanas, incorporarlas, insertarlas en el mercado capitalista para mostrar la “democracia” yanqui que linchaba a los negros a través del Klu Klux Klan en el Sur de los Estados Unidos.

Ahora, Correa manipula el pasillo, los bailes étnicos, la música popular, inclusive la canción protesta latinoamericana para mimetizar su naturaleza y políticas derechistas, utilizando como carnada, los “proyectos concursables”, es decir los recursos del Estado para tener en ascuas a los artistas, en tanto, en los hechos reprime con la policía, agrede agresivamente instaurando el insolente “pelofustanismo” racista contra el pensamiento cultural progresista, pluricultural, popular, revolucionario que emerge de los combates que libra el magisterio, la juventud, los pueblos indígenas, cuyo vivo material es fuente de las nuevas creaciones artísticas y literarias del siglo XXI, opuestas al llamado “pensamiento cultural contemporáneo” que no es otra cosa que la farsa demagógica de la “revolución ciudadana” que fracasó,-pero que persistirá en su estulticia reaccionaria-, al intentar destruir a la izquierda revolucionaria, a los gremios que luchan por su libertad y emancipación, cuya línea hace extensiva a los artistas y escritores progresistas, democráticos, patriotas, populares, revolucionarios, cuya naturaleza derechista y reaccionaria se ahonda.

El eje para desenmascarar esta manipulación es su negación absurda, anticientífica, de la lucha de clases que brota de la vida, de los alzamientos populares de Octubre del 2009.

El Ecuador de nuestros días bulle por un cambio auténtico y este proceso emancipador ha cobrado más aliento y se desarrollará.
De hecho, el movimiento social y político de las masas -que es el arquetipo de nuestra estética revolucionara proletaria-, así como sus héroes populares, sus prototipos, se reflejará, por fuerza, en el ámbito artístico, literario, cultural en suma. Una de estas tareas actuales, urgente, es enfrentar con la movilización de los artistas, escritores, promotores, con la juventud y la mujer, a este Proyecto de Ley de Cultura de Correa.
Para ello sirve de ejemplo y estímulo la lucha de nuestros  pueblos que se levantan, que se afirman en  la lucha por una auténtica revolución social liberadora.

Noviembre 2009

ODISEO RUNA
 

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