Capítulo Cuarto EL PERDON DE CUARESMA
Son indescifrables las formas del Estado burgués para mediatizarse.
Surgen quienes, dueños directos del capital financiero o personajes atípicos
que desenvuelven nuevas y hábiles formas de hacer política le dan un viraje a
las formas tradicionales de ejercer el poder para descaminar la lucha que los
pueblos han llevado adelante durante décadas de acumulación de fuerzas
logrando temporalmente descaminarlas o frenarlas. Él, quien se auto erigió
como predestinado y solo ha sido y es un instrumento de las multinacionales, de
la banca y las empresas, da un viraje a un cuarto de siglo de la democracia burguesa.
Una de sus habilidades es mangonear las creencias religiosas gravadas en la
memoria colectiva. Aunque no era nuevo, lo sutil es mostrarse como areópago
de las antiguas liturgias y, desdibujando su esencia reaccionaria,
presentarse como <defensor del ser humano y opositor del capital> que
<está transformando el Estado para convertirlo en “Estado Popular”> afirmando
y dejando incólume al capitalismo al propiciar la modernización del Estado
capitalista y convertirlo en un Estado policial. Las formas tradicionales de
lucha acumuladas durante períodos anteriores deben, sin renunciar, antes
afirmar los principios de la lucha de clases, renovarse creativa,
revolucionariamente, para combatir las nuevas formas en que se envuelve
camaleónicamente el poder burgués.
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El peso espiritual de La Cuaresma
celebrándose aquellos días cuajó cual un Ángelus en el Salón Amarillo de
Carondelet cuando <El> apareció súbitamente con vestido de terno negro,
camisa blanca y corbata negra, medias negras y zapatos relucientes de brillo ante
la nutrida audiencia de Ministros y Ministras, Alta Jerarquía Eclesiástica,
Policial y Militar, periodistas de radios y canales “públicos” y de “los medios corruptos” y la abigarrada laya
de bufones que aglomerados y expectantes esperan el Decreto Supremo que ha
anunciado emitirá para detener la marea política suscitada por la sentencia
impuesta manipulando al Tribunal de Justicia sometido a sus dictámenes contra
el editorialista y los representantes y propietarios del diario guayaquileño “El Cosmos” y contra los periodistas
creadores del libro “El Opíparo Hermano”
todos sentenciados a duros años de cárcel y al pago de millones de dólares por
las “mentiras e injurias” publicadas en
contra del Presidente que han sido
vetadas jurídicamente por las Medidas
Cautelares de la CIDHH, acto que será trasmitido en dos idiomas, español y
francés, durante el cual Él pronunciará el discurso magistral cuyo ambiente
ceremonial será complementado por la frugal atención que la servidumbre de
Palacio realizará al repartir suculentos bocadillos y bebidas que serán
consumidas por sus invitados y por la innumerable y cuchicheante jauría lambona que
debe copar todo espacio del salón para mostrarlo repleto y alebrestado. Durante
la ceremonia nocturna y en lo alto del podio presidencial parece descender
desde las alturas poseedor de prerrogativas atribuibles solo a quienes encarnan
el poder divino sobre la tierra. La imagen cuadra con los reaccionarios
arpegios postmodernos criollos que recrean los simbolismos religiosos del
pasado para afianzar el modernizante poder del Estado burgués semejantes a las
liturgias católicas practicadas durante el siglo diecinueve por su émulo y
maestro <El Santo del Patíbulo>,
quien, mientras participaba en las celebraciones del Corpus Cristi cargando una
cruz similar a la que cargó Jesús durante El Calvario enviaba a la cárcel y la
muerte a sus opositores. <Celebramos
en estos días la Cuaresma que nos adoctrina respecto de la necesidad divina del
Perdón> Emitió con soltura y despaciosamente iniciando la ceremonia. <Este hombre es un santo> dejó
salir en un murmullo inteligible una vieja emperifollada que se ha colado
merced a su parentela con una de las Ministras que arranca un murmullo de
aprobación de la abigarrada concurrencia sobre la cual se impone su porte
calculadamente erguido. Aunque adolece de un imperceptible quiebre lo oculta
con un cultivado espectro de emociones cuya teatralización ha ensayado. <Hay que mostrar la otra mejilla nos
enseña La Cuaresma>. Acto seguido y con habilidoso manejo de la escena
lee el Decreto Supremo del Perdón que <El>
emite indulgente y por el cual libera de las sentencias a los periodistas del
rotativo “El Cosmos” y a los escritores del Libro “El Opíparo Hermano”. La
noticia se difunde profusamente en español y francés en todo el territorio
nacional y a escala internacional. Una aureola de “Santo” cubre durante esa semana de celebraciones de la Cuaresma “el Perdón Divino” decretado por
<El> desde el Palacio de Gobierno del Barón de Carondelet contra la “prensa corrupta”.
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