martes, 14 de julio de 2015

A Gonzalo Mendoza: "Avispa"



EN HOMENAJE A GONZALO MENDOZA
“AVISPA”

Era un camarada entero:
Le fulgían las centellas
Su cuerpo estaba regado
De sangre chisporrotera,
de sangre altiva, caliente,
ígnea cual una caldera.

Era un cerebro cuajado
Con aquella sangre nueva
Erguida allá en su cabeza
Cual un gigante de estrellas.

Su cuerpo y mente eran una:
Montaña de sangre y piedra

Celebrar el camino de la vida, cuando alumbra cual un destello el camino de la muerte:

Hoy ha muerto un amigo, un camarada, un compañero del arte para la vida, de un arte para enfrentar a los que oprimen. Del arte pictórico que cruza los senderos de la libertad.
Si alguien odió con fiereza al ángel de la muerte, al “angelical” rostro negro de Condoleza, al cínico e impávido rostro de Bush cuando envió sus aviones plateados, sus disparos de fósforo que mataron niños y pájaros en Palestina y en El Líbano, en Irak Afganistán y Colombia, fue “el avispa”, nombre irreverente que recoge la idiosincrasia sencilla y puntiaguda, la forma de vivir iconoclasta, ígnea, cotidiana y persistente del ecuatoriano, del mestizo andino que ama su Costa, su Oriente, sus Islas Galápagos, sus flores de arupo, sus eucaliptos y pinos, que hace de la vida un canto a la dignidad, a la libertad, al optimismo combatiente.

El artista de la pintura, del afiche, de la caricatura de los pueblos forjada en las tierras de la Mitad del Mundo, junto a los trabajadores y los pueblos, junto al combate de los oprimidos que se encumbran para denostar contra la barbarie del Plan Colombia, del saqueo petrolero, de la migración, recreadas con una pintura de colores fortísimos, alucinantes, vitales, motivadores del quehacer de la vida  -llevada también en una secuencia para el cine alternativo- que nos representa en nuestras recónditas y auténticas emociones, es Mendoza, el “Avispa”.
Y digo “es” porque, como decía Martí: aquel que celebra a diario la razón de vivir, construyendo la primavera para los pueblos, no muere.

Unos se van primero, mal advertidos por la muerte, que no avisa cuando.

Hoy se ha ido de lo cotidiano “el avispa”. Otros nos iremos luego. La casualidad nos puso en este cruce histórico y debemos ser líderes del mismo, convertirnos en protagonistas, como lo fue nuestro querido e inolvidable “Avispa”.

De esta circunstancia debe quedar, como en este caso que nos palpita y hace más vitales: el barro, el molde, el rumbo vivísimo y rotundo, el prototipo de cómo transitar dándole fuete a la vida, marcando el paso que se grava en la piedra y en los muros, que late en la palabra y en la imagen que se cola en la pupila, que allí se guarda, alimentando para otros, para los pueblos, la razón hermosa de vivir con dignidad y honradez, con latencia de identidad patriótica y popular.

Todos lo conocimos a través de las páginas de colores altivos e irreverentes de OPCION, de las carátulas de Espacios, de sus pinceladas denunciando la barbarie de la agresión imperialista, de los gobiernos oligárquicos corruptos y antipatrias, de la miseria de la migración; otros lo conocieron más de cerca, más cotidianamente en su fuerza y optimismo permanentes; otros menos, pero más de cerca y aunque poco, nos alimentamos de su espíritu y su rostro amplio, abierto, amigable, de su mirada atenta y clara, prístina y afectuosa hacia quienes compartimos el ideal del combatiente comprometido al que él se pertenecía, concientemente, del cual hizo una vida sencilla y ejemplar que marca el derrotero de quienes deben y debemos aprender de su identidad rebelde, ecuatoriana y de clase; que muestra lo que somos, los sueños que queremos y la forma como hay que vivir para hacer realidad esos sueños de libertad, de patria, de soberanía, de solidaridad con la causa de los oprimidos y alzados del mundo.

Paz en tu tumba camarada “avispa”. No te has ido del todo: Te llevamos en la fuerza que nos dejaste.

Paz para tu familia querida, tus amigos y compañeros del mundo por el que luchaste para contribuir a cambiarlo.

Era un camarada entero:
Le fulgían las centellas
Su cuerpo estaba regado
De sangre chisporrotera,
de sangre altiva, caliente,
ígnea cual una caldera.

Era un cerebro cuajado
Con aquella sangre nueva
Erguida allá en su cabeza
Cual un gigante de estrellas.

Su cuerpo y mente eran una:
Montaña de sangre y piedra


Antonio Guerrero Drouet
 

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