lunes, 13 de julio de 2015

Campanas de Bronce: Poema épico de Rafael Larrea





Poesía épica: “Campanas de Bronce” de Rafael Larrea Insuasti 



De entre </frailejones, chuquirahuas, chaquiñanes/> emerge una historia hecha de sangre, arrugas en las frentes, dolores en las espaldas rajadas al cruzar montes, valles, ríos, vertederos de sueños y rabias.

Nadie hubo aquí antes de mi
Yo fui y soy el amo y el señor de esta orquídea
Venas de tierra, cornisa, alero
Zumbido de quindes y de abejas reinas,
Retos de diostedés y alas de guacamayos.

Plantados en tierra firme, las manos regadas de raíces, de pájaros, de cocuyos brotados de esos pajonales que riegan esta poesía borrasca donde aflora el espíritu terrígeno, los pechos indígenas de bronce, bullentes de ira y fuego que hicieron frente a la conquista:
La arisca resistencia de Rumiñahui, Quisquís, Calicuchima, vertientes de nuestra identidad profunda, emergen como candela de esta preciosa obra de arte tan de nuestras raíces.

Soñé con un vuelo de eterna libertad y larga vida
Sembré dudas y selva y oculté mis conocimientos y aventuras
Y maté al agresor y levanté mis humanos trofeos
Y los cantos de guerra con que me defendí
En mi suenan y suenan
Llamándome…

Yo, quemé la choza
Maté al caballo
Corté su cabeza para mostrársela a mi pueblo.

En el insondable imaginario de los tiempos retrotrae la contingencia del español pobre y lo implanta como elemento enriquecedor de nuestras identidades.
Yo, mi pobre yo
Puerquero, aventurero, delincuente
Yo que me embarqué en un cáscara..
Para encontrar el sol, el oro, las mil especerías
Palo santo
Yo,
Que a más de español fui blanco
Y a más de blanco, noble
Y más que blanco fui cristiano
Y más que todo eso
Aventurero
Loco despeinado
Feudal hasta las cachas…
Yo que no cometí crímenes ni robos
Que no despojé a nadie
Que no fui ni encomendero ni hacendado
Sino siempre un desterrado
Que encontró por fin una tierra. .
Para nacer, crecer y morir como se debe…

La forja del robusto mestizaje, vena ardiente y dolorosa de nuestra historia.

De mi espalda
Nace esta flor que envío al monte
Mi pariente
A los lagos, a los ríos
Al mar brindo esta flor
De dolor y sangre
Esta pestaña
Esta roja entraña
De soles incendiarios.

La epopeya de la negritud ecuatoriana proveniente de los fuetazos de la esclavitud que cruzó océanos desde la antigua África.

Yo, mi pobre yo
Arrancado a la fuerza del seno de mi madre dahomeyana
Yo, con mi piel de negra  cerbatana..
Comprado y vendido
Sin importar otra cosa que mis dientes blancos
Y mis músculos de acero,

Esta visión poética tierna y rugiente, se completa con el estallido de las pieles ardorosas y crujientes, alzadas para afirmarnos en los combates resplandecientes por nuestra emancipación

Ahora me veis
Levantado
Cholo alzado
Más alto que diez nubes
Más duro que cien fuetes lanzados
Contra el odio que me tienen
Los que me explotan y oprimen.

Desde la chicha amarga que allí bebí…
Yo, soy el dueño de este reino..
Blanco a medias..
Indio castizo cuero
Zambo mulato cuero
Negro colorado cuero
Cholo, chazo, shuar, cofan,.. auca u otavalo..
Todos somos de abajo..
De la tabla que habla..
De la hierba que mastica viento..
De origen humano, animal, vegetal,..
De origen real telúrico..
Yo soy este otro
Estitico
Ese mismo ..
Y aquí me quedo!..
Me quedo en ti, tierra, pájara, mujer,
Y para decir: ¡te amo!
Me subo al cerro..
En estas medicinales aguas de toronja, yerbaluisas,
Marialuisas, quijijes, lopez, congos, sanchez, chiiuisas..
Silbido de mis sienes
Mi propio yo
Mi propia tierra
Mi propio pueblo
Yo!

Con lo cual se cierra – y abre la diáspora – de un canto a la tierra misma del Ecuador plurinacional que asciende vertiginoso hacia su libertad, vista, evocada, anticipada por la sensibilidad, fuerza y conciencia de: <El poeta>.

Antonio Guerrero Drouet 

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